Decolonialidad y comunidades posibles

143 2017). Toda esta parte del relato explica las guerras con los países vecinos y la necesidad de involucrar a la población, incluso ajena a estos motivos, a defender su supuesta identidad nacional. Seguidamente, ya hacia la mitad del siglo XX, el relato continúa con el tema del desarrollo. Seríamos en este periodo, países pobres, cuya tarea es crecer, fortalecer nuestra industria nacional y competir en el mercado internacional; para ello, la población pobre con déficit en educación debe ser formada, capacitada, para integrar y sacrificarse por el desarrollo, subir los estándares y alcanzar los mismos niveles de vida de las potencias mundiales. Debemos seguir ese ejemplo que es el objetivo preponderante para todo el planeta (Ramacciotti, 2010). Todos estos elementos, es lo que podemos llamar el relato original de la derecha. Ahora veamos el relato de la izquierda. Este sector plantea que el país pertenece a todos sus habitantes, por lo que los recursos también son de todos y de ningún grupo privilegiado. De modo que para hacer esto efectivo, el sistema de gobierno debe ser democrático (no autoritario), requiere la participación mayoritaria, con el máximo involucramiento posible de todos en la toma de decisiones. De esta manera los beneficios, las ganancias del país, fruto de su trabajo y producción, deben ser distribuidos por igual, en partes iguales, sin discriminación y sin privilegiar a sectores determinados. Para ello se establece la importancia de lo público, que refiere a la elaboración de políticas públicas, que consisten en destinar fondos para producir equilibrios sociales y para aumentar la calidad de vida de todos según estándares internacionales, incluyendo el respeto a los derechos humanos, sin distinciones (Atria, 2013). Tenemos, entonces, dos relatos fundamentales de la realidad (chilena) elaborados en 200 años aproximadamente de nuestra historia. Al iniciar el siglo XXI, particularmente en el contexto del nuevo mundo establecido por internet, las redes sociales y luego por la pandemia, la realidad ha cambiado. Los relatos señalados, antes tensionados por el tema de la verdad y en competencia bajo los parámetros de la evidencia, la verificación y los datos de demostración, hoy comienzan a moverse bajo otro escenario en la superficie de la posmodernidad, caracterizada por el despliegue de discursos, de interpretaciones y de argumentaciones sobre la realidad. Hay un cambio de época, una nueva era que no se sustenta sobre la construcción de la verdad, sino sobre las formas de construcción de la realidad. Y esta última refiere su construcción basándose en los relatos. La realidad no se construye probando, desde la derecha o desde la izquierda, quién tiene la verdad, sino en quién tiene una mayor coherencia en su relato. La coherencia no está dada solamente por una buena argumentación, sino por su solidez en los acuerdos, en las afirmaciones y en las

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