Decolonialidad y comunidades posibles

142 hablando de mentiras o verdades, se trata de que las fake news distorsionan y alteran la coherencia de un relato. Eso es lo que la derecha ha aprendido a realizar. Y lo hace porque ha sufrido un gran cambio. Ha dejado atrás su forma tradicional de actuar, en el sentido que ya no le interesa construir una verdad, para luego plantear que la ciencia avala y respalda sus propuestas sociales. Eso ya no le resulta rentable, porque la modernidad como proyecto cultural está derrotada, es un tipo de civilización que se encuentra en retirada. La verdad justificadora de la colonización, de la esclavitud, de la opresión de los trabajadores, del machismo, ya no tienen capacidad de sostenerse, no son una evidencia válida de la actual sociedad, por lo tanto, son verdades vacías, verdades no existentes (Valko, 2021). Por ello, la derecha aprendió. Hoy ingresa a la posmodernidad y, paradójicamente, siendo ésta una corriente de pensamiento planteada por la izquierda, es la derecha la que, al menos en este tiempo, hace uso de ella en un despliegue propio y desatado. Relatos desde las izquierdas y las derechas En otro ámbito, podemos tensionar el tema y observar la lucha de relatos provenientes desde sectores opuestos de una sociedad. Los relatos de la derecha y de la izquierda. Desde el siglo XIX y principios del siglo XX, la derecha desarrolla un relato. Y, como hemos dicho, es una versión disfrazada de ciencia y de verdad. Este relato apunta a decir, en el contexto de América Latina, que esta clase social (las elites, la derecha en términos amplios) es la heredera de los conquistadores y que las sociedades levantadas, los países emergentes y los territorios designados para ello, son su propiedad (Dussel, 1997; Martín-Baró, 1998). Que el diseño de sociedad, desigual por naturaleza, establece diferencias entre ellos (el poder) y los otros, la masa social, basadas en determinaciones biológicas. La población se distribuye en razas, donde ellos - razas blancas- principalmente están determinadas para gobernar y las razas morenas, determinadas a obedecer y a servir de mano de obra (Quijano, 2017). Esta descripción de ese relato, no ha sido muy explícito. Sin embargo, es la base para continuar con propuestas por parte de la derecha, para decir que el país es una nación que debemos respetar, es un lugar donde todos hemos nacido y, por tanto, debemos defender, aunque sea con nuestra propia vida. Para ello, se han generado un conjunto de símbolos que configuran el camino a seguir, como el himno nacional, la bandera y las alusiones a la patria (Larraín, 2001, Baradit,

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