Decolonialidad y comunidades posibles
133 Desde el siglo XVI, la conquista de otros territorios como África, Asia y América Latina, para Europa se transformó en algo fundamental, para su propio desarrollo y estabilidad. No era factible generar la imposición de su cultura en otras tierras con el argumento débil solamente de la conquista y de la violencia. Esta debía ir acompañada de algo más y, justamente, la ciencia viene a cumplir su principal papel en la colonización: ella trae la verdad, por tanto, y he aquí lo importante, los colonizadores europeos justifican la invasión, por poseer la verdad, hecho que los respalda como una civilización superior (Dussel, 1997). Visto el proceso desde esta perspectiva, el argumento de la verdad de la ciencia, se transforma en una manipulación. Conforma un paso hacia la no verdad, hacia la presencia de algo oculto que la colonización llevaba escondido bajo su espada y que, principalmente, era la apropiación de otras tierras, la adquisición de riquezas no propias, sino ajenas. La empresa de la colonización del mundo, tenía el propósito de satisfacer sus propios intereses. Su objetivo no fue ayudar, civilizar, estimular en desarrollo de otros pueblos, sino succionar sus riquezas para su propio beneficio (Castro Gómez, 2007). Trasladando este proceso a una época posterior, hacia el 1800 en adelante, nos encontramos en América Latina con las independencias, las que de alguna forma dieron continuidad al despliegue de ese mismo espíritu, de esa misma filosofía. Los criollos, los mestizos, las clases pudientes, consideraron válida la modernidad europea, su ciencia y su verdad, pero, ahora, manejada por ellos, bajo el control de los libertadores en contra de España y Portugal. Dieron seguimiento a la inercia de la conquista, pero bajo la lógica de construcción de nuevas sociedades. Y, para ello, igualmente usaron como argumento el recurso de la ciencia y, principalmente, la ventaja de que eran ellos la poseían. Era la verdad sobre qué dirección encaminar esos nuevos países y bajo qué metas debían desarrollarse los futuros gobiernos. Seguir una senda determinada, estaría ya justificada porque se poseía la verdad. Pero nos encontramos nuevamente frente a la misma situación, el proyecto de las nuevas sociedades trabajaba sobre la lógica de la no verdad. Porque ocultamente se tenía el propósito de satisfacer sus propios intereses, que eran más o menos los mismos que los anteriores colonizadores. Es decir, conducir el desarrollo de los países de América Latina, en base a un modelo de sociedad, elaborado sólo por las clases en el poder, sin participación de la población local, sin la injerencia de indígenas, afrodescendientes, la población pobre o migrante llegada por expulsión (Pavón-Cuéllar, 2017).
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