Decolonialidad y comunidades posibles
[119] Después de advertir dicha contradicción, llega la fase de juzgar negativamente las causas que producen la victimización y la verdad contradictoria del sistema vigente, aquel que pregona la riqueza y la igualdad, en medio de la miseria y la injusticia. Pero el proceso no termina en la observancia del dominador (o la dominación) y el revelamiento de la desigualdad; ahí surge el Otro, se mira al excluido, la víctima de lo juzgado, de la que se es responsable y quien despierta la conciencia ética y crítica. Dussel, en diálogo con Apel, sostiene que: Llamamos «conciencia ética» (a diferencia de la mera «conciencia moral») a la capacidad práctica de «interpretar», del «aceptar», del «asumir» el enunciado exigitivo del Otro […]. La «conciencia ética», como «responsabilidad» ética […] es el «dejar lugar» al Otro; es el permitirle «ser-parte» (Dussel & Apel, 2005, 120-121). La toma de conciencia de las estructuras de sujeción moderno-capitalistas deja entender que una considerable parte de la humanidad es víctima de una intensa exclusión y/o dominación, lo que resulta en experiencias de pobreza y hambre, de analfabetismo e infelicidad, dolor y agonía (Dussel, 1998a). Ante este hecho, se procura anteponer la “positividad” del principio ético material de la vida, a la “negatividad de la muerte”. Y esto, sincrónica o diacrónicamente, conduce a la acción política contrahegemónica y liberadora. Se parte de la conciencia ético-crítica y se termina en la “praxis de liberación”. En el horizonte señalado, Dussel (2017) relaciona el proceso de concienciación a dos escenarios de organización y confrontación. El primer escenario es el de las luchas independentistas contra el colonialismo (entiéndase el fenómeno como una expresión del sistema moderno/capitalista). Es decir, las insumisiones de los oprimidos frente al vasallaje económico, político y administrativo impuesto por Europa (y después por Estados Unidos y otros centros de poder) a los pueblos del mundo (fundamentalmente a los del Sur Global). En este contexto, se pueden inventariar los procesos emancipatorios de las colonias de “Nuestra América” en el si glo XIX, protagonizados por los criollos y mestizos, por los esclavos negros y los indígenas subyugados. Pero, también, son ejemplo de ello o sobresalen, los movimientos de liberación nacional en África y Asia; sobre todo, en siglo XX, tales como la batalla de los argelinos contra el dominio de Francia, o la pelea del Congo ante la imposición belga, o la resistencia india ante el imperialismo inglés. Mientras las primeras confrontaciones aluden, sobre todo, al colonialismo y la imposición imperialista, el segundo escenario remite a los procesos de de(s)colonización en el campo epistémico y el entorno cultural. Para Dussel (2017), este proceso se traduce en una “segunda toma de conciencia más profunda que la producida en una primera
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