Decolonialidad y comunidades posibles
117 conciencia crítica y autocrítica, y por ello debe instalarse, mínimamente, en tres horizontes. A nivel interno, ante las posturas autárquicas y fundamentalistas o europeístas de la propia comunidad; en la esfera “nacional” frente a las oligarquías y élites periféricas colonizadas y eurocentradas, serviles a los intereses de la cultura hegemónica; y en el horizonte mundial, contra las culturas dominantes. Cuarto, el encuentro dialógico intercultural entre los críticos de la cultura propia. El diálogo intercultural no tiene que darse con apologistas o esencialistas acríticos. Para que sea realmente sustancial, dicho diálogo debe establecerse entre los críticos de sus propias comunidades. Sólo es fructífero el encuentro de aquellos que reconocen sus grandes fortalezas, sin desestimar sus debilidades. Ahora bien, aclarado esto, la acción dialógica se debe realizar en diversas escalas, sin que ellas nieguen la simultaneidad. Se parte de la relación discursiva con las naciones o pueblos más cercanos (por ejemplo, entre las naciones indígenas de un mismo departamento, región, estado o país). Sigue “la conversa” con otras expresiones culturales o étnicas (indígenas , campesinos, afros). Después, viene el diálogo con los críticos de las poblaciones “nacionales” mayoritarias (organizaciones sociales, sindicales, urbanos periféricos, intelectuales). El ejercicio debe extenderse a otros países periféricos, hasta consolidar los diálogos Sur-Sur. Finalmente, aparecen los diálogos interculturales Sur-Norte. Dussel (2006b) concluye esta parte afirmando que: Al poder fecundarse transversal, mutuamente los pensadores críticos de la periferia, y de los espacios de “frontera” como fruto del diálogo intercultural; al poder organizar redes de discusión de sus problemas específicos el proceso de autoafirmación se transforma en un arma de liberación (p. 58). El quinto y último paso en la consolidación del diálogo intercultural es la estrategia de crecimiento liberador transmoderno. En él se integran las cuatro fases anteriores y se apertura la idea del proyecto de liberación. Este punto, que aparece en Dussel (2003, 2006b), se va a convertir en el penúltimo estadio diacrónico para entender la transmodernidad en Dussel (2017). De aquí en adelante, la definición de la transmodernidad aparece con claridad. 5. Quinto estadio. El crecimiento vital y la descolonización de las culturas Lo dicho hasta aquí permite preguntarse ¿Qué es la transmodernidad? Sin desconocer las variadas respuestas y atendiendo todo lo expuesto, se proponen dos conceptualizaciones, correspondientes a los últimos estadios diacrónicos (quinto y sexto) y están estrechamente relacionadas o entrecruzadas. En esta parte se describe la primera, aquella que, precisamente, define a la
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