Decolonialidad y comunidades posibles

115 memoria o la historia de su núcleo ético mítico de su propia cultura (como lo enunciaba P. Ricoeur), las gestas de su milenaria civilización (p. e. de la China, del Sudeste asiático, del área indostánica, del mundo islámico, del África bantú, de los pueblos originarios latinoamericanos, etcétera), de sus saberes, de sus técnicas, de sus economías, política, poesía, arte, etcétera, muchas de las cuales son más antiguas que la modernidad y que siguieron resistiendo e inventando nuevos usos y costumbres en la Edad Moderna (pese a su colonialidad) (p. 96). Dicho de otra manera, la no centralidad o hegemonía milenaria de Europa permite comprender que gran parte de las culturas otras, no modernas (ni modernizadas), en la mayoría de los casos, han sobrevivido de formas paralelas o alternas hasta el siglo XXI, procurando hoy su restauración y crecimiento vital. Esto abre paso al encuentro simétrico y digno entre ellas, ya no desde la imposición y el cinismo colonial, sino a partir del diálogo intercultural. Este diálogo tiene, en América latina y Colombia, las apuestas por la reconstrucción del pasado de los pueblos originarios y sectores populares a partir de la memoria y los archivos comunitarios, una apuesta que avanza por integrar la oralidad como fuente de transmisión de conocimiento y las nuevas tecnologías que, desde lo digital, permiten conservar en medios audiovisuales parte del trasegar de luchas y cotidianidades vitales. 4. Cuarto estadio. La consolidación del diálogo intercultural crítico El diálogo intercultural es un escenario de encuentro y aprendizaje, una comunicación simétrica, que permite el acercamiento con otras lenguas y culturas, otros valores y principios, diferentes economías y políticas, más allá de lo occidental (pero sin excluirlo). De esta manera, el diálogo intercultural transmoderno se presenta como una apertura a la “mutua liberación de las culturas universales postcoloniales” (Dussel, 2006b, p. 45). Por tanto, debe darse en todas las direcciones posibles, Sur-Sur, Sur-Norte, Norte-Norte (Dussel, 2020a). Dussel (2017) define el diálogo intercultural como: El diálogo donde las culturas aprenden de otras culturas teniendo conciencia de la distinción analógica de cada tema tratado: ni identidad ni equivocidad. Pero aprende una cultura de la otra no por dominación o imposición de una sobre otra, sino desde la simetría de derechos, sin violencia, en un diálogo razonable (racional), que va escogiendo, decidiendo lo que de la otra cultura me es conveniente. […] No debe ser un diálogo fundamentalista que niegue toda validez a la modernidad, sino que sepa diferenciar lo que conviene a la propia cultura del Sur y lo que le es pernicioso. Sin fundamentalismo que niega totalmente la modernidad; pero igualmente sin la colonialidad del saber, del ser, del existir, que se niega a sí mismo (p. 97).

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