Decolonialidad y comunidades posibles
114 Todo lo anterior, indica que Europa comienza a convertirse en el centro o eje hegemónico del sistema capitalista mundial en un período ulterior a la Revolución Industrial. El continente europeo empieza a destacarse cuando el tren de vapor supera al caballo y al camello, y las vías férreas reemplazan a las grandes caravanas como medios principales de transporte y comercio. La centralidad se hace posible en el instante que Europa emprende la producción masiva, a escala industrial, de sus propios bienes, y a exportarlos al planeta entero, con los nuevos mercados que se consolidan con las conquistas. Dussel (2003) concluye al respecto: “La hegemonía central e ilustrada de Europa no tienen sino dos siglos (1789- 1989). ¡Sólo dos siglos!” (p. 16). Pero ¿por qué es cardinal el análisis de esta hipótesis para la reconstrucción arqueológica de la memoria cultural y popular de los diferentes pueblos o naciones del mundo? O ¿por qué Dussel, exclama, con tanto énfasis: son “¡Sólo dos siglos!” de centralid ad? La respuesta no se hace esperar. Una centralidad o hegemonía tan corta no puede transformar radicalmente, el “núcleo ético - mítico” de las comunidades o culturas con cientos y miles de años de tradición en Asia, África, América y otros lugares del planeta, lo que facilita su restauración o retorno, a partir de procesos de memoria, organización e identidades en disputa. Dussel (2006b, p. 47) escribe: “Esas culturas han sido en parte colonizadas (incluidos en la totalidad como negadas […]) pero en la mejor estructura de sus valores han sido más excluidas, despreciadas, negadas, ignoradas más que aniquiladas”. Pronto concluye: “Esa “exterioridad” negada, esa alteridad siempre existente y latente indica la existencia de una riqueza cultural insospechada, que lentamente renace como las llamas del fuego de las brasas sepultadas por el mar de cenizas centenarias del colonialismo”. Definitivamente, esta hipótesis de trabajo permite potencializar y reivindicar aquella exterioridad, efectiva o existente, oculta pero siempre presente, de todas las culturas mundiales otras. Las naciones y pueblos del mundo colonizados administrativa, política y económicamente, no fueron, necesariamente, afectados en su estructura ético-mítica y en aspectos culturales arraigados en el devenir de sus identidades. Esto evidencia que el impacto del colonialismo moderno y lo que ahora se conoce como globalización neoliberal, no ha subsumido completamente a la humanidad ni a las diversas comunidades de cultura. Si esto es cierto, significa que todavía existe algo externo, más allá de la modernidad, con la capacidad de liberarse y construir otros mundos. Al respecto, en un texto posterior, Dussel (2017) continúa su argumento: […] el crítico del mundo periférico deberá comenzar una tarea de reconstrucción arqueológica de su propia memoria cultural y popular. Deberá rehacer “a contrapelo” (diría Walter Benjamin), desde los oprimidos vencidos por la modernidad, desde la
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