Decolonialidad y comunidades posibles

112 el ethos civilizador metropolitano, moderno” (p. 95). En el siglo XXI, frente a la dominación moderna/capitalista que se expresa en el neoliberalismo global o la era de exclusión y explotación mundial de una élite económica trasnacional, esas luchas de antaño son agenciadas por nuevos sujetos colectivos anti sistémicos, de diversa índole y con múltiples banderas, organizados en variados frentes de reivindicaciones. Entre ellos se pueden mencionar a los movimientos agroecológicos y ambientalistas, que hacen énfasis en la destrucción ecológica del planeta y señalan que la solución no se encuentra en los supuestos del capital, ni el los paradigmas desarrollistas del siglo XIX; los movimientos populares y sociales, con sus reivindicaciones concretas y su lucha por la vida digna; los movimientos feministas y de género, que procuran transformar las relaciones de abuso y represión propias del sistema heteropatriarcal, machista y misógino, anclado y naturalizado en las relaciones cotidianas; los movimientos culturales y étnicos, que reivindican la diversidad, mientras luchan contra la discriminación y la homogenización cultural, etc. En definitiva, esta “segunda toma de conciencia” o proceso de concientización liberador, es ante el desprecio y la subvaloración, tanto externa como propia, de la memoria cultural y popular. Aquí, la conciencia ético-crítica conduce a la afirmación y reconstrucción de la propia cultura como valiosa, pero no a partir de las trincheras etnocéntricas y ontologistas, sino desde la relación negativa dominador-dominado, opresor-oprimido. 3. Tercer estadio. La reconstrucción arqueológica de la memoria cultural y popular La reconstrucción de la historia y la memoria, de los núcleos ético-míticos de las diversas culturas y pueblos del mundo, subyugados por la modernidad, presume la afirmación o reivindicación de la alteridad negada; pasa por la rescate de la otra cara, la e ncubierta pero esencial a la “Modernidad”; es rostro del mundo colonial periférico, del indio(a) sacrificado (a), del negro(a) esclavizado(a), del obrero(a) explotado(a), de “los nadie, los hijos de nadie, los dueños de nada […], los ningunos, los ningunea dos […], que no son, aunque sean, que no hablan idiomas, sino dialectos […], que no practican cultura, sino folklore […], que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local” (Galeano, 1989, p. 52). Redimir el potencial de la alteridad y la exterioridad de las víctimas es la respuesta crítica a la “centralidad milenaria” de Europa y el menosprecio por lo diferente. En ese sentido, el aspecto básico, para lograr esta tarea, es la formulación, con Dussel (2003, 2006b), de una segunda hipótesis

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