Decolonialidad y comunidades posibles
[107] plan con los indígenas, los pobres, los campesinos. Peor aún, ha imperado la homogeneización y la monoculturalidad. No obstante, una vez llegado el siglo XXI, una vez todos allí, lo que reina en este nuevo espacio temporal es la diversidad, particularmente las diferentes formas de pensar. Cuestión que pone hoy día en el centro el tema de la convivencia y la coexistencia, tal como lo planteó Alain Touraine (1997) cuando nos pregunta en su libro que lleva el mismo título ¿ Podremos vivir juntos ? Recientemente han emergido con fuerza y claridad expresiones sociales que se encontraban latentes durante muchos años y que, al tenor del siglo XXI, bajo la defensa de los derechos humanos y la atmósfera reinante en favor de la diversidad, el tema deja de ser el progreso y el desarrollo, sino el ámbito del encuentro social. Las sociedades hoy, especialmente en América Latina, deben aprender a lidiar con el despliegue, bajo una misma superficie, de un conjunto de culturas, subculturas, movimientos y grupos, vagabundos algunos de ellos, por cierto, los que esperan ser reconocidos y expresar su mundo, sus particularidades, sin intermediarios. Para las sociedades contemporáneas el problema es la coexistencia, la convivencia. Este es un ámbito desconocido, no obstante, estamos en plena diversidad y avanzando en múltiples direcciones. Más aún, la realidad ya no es una sola, sino una multirealidad. La coexistencia o convivencia, exige instalar una nueva estructura social, se requiere inventar una nueva arquitectura social, que nos conduzca al encuentro con otros diferentes y, al mismo tiempo, crecer como personas, incorporando capacidades de sociabilidad, de vínculo y articulación. Se trata de no seguir con nuestras actitudes habituales en lo social, expresadas en acciones de discriminación, inferiorización, marginación, rechazo, invisibilización. Implica aprender a dialogar, conversar, compartir, intercambiar, interactuar colectivamente, es decir, todo un dispositivo interconectado de habilidades, individuales y grupales de vínculo con otras culturas y otros estilos en la forma de ser y de ver el mundo. Probablemente, esta nueva dinámica de aprendizaje pasa por la liberación de las ataduras biológicas, geográficas e identitarias de aquella antigua sociedad del siglo XX hasta llegar a consolidar estructuras y flujos sociales hoy centrales de la sociedad. Debemos aprender a construir un mundo para este nuevo siglo. Nos falta profundizar en la complejidad de nuestras sociedades. Despojarnos de las categorías hegemónicas que nos hacen ver la realidad bajo una matriz conducida por el poder, el orden, lo establecido. Los vagabundos, no son sólo los vagabundos, hay mucha más gente allí que piensa diferente, que usa parámetros otros, que desbordan el esquema moderno basado en la razón y nos introducen en una dimensión aparentemente desconocida. Entrar en ese otro universo, ha sido la
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