Decolonialidad y comunidades posibles
105 transmodernidad) a través del tiempo, desde 1992 hasta 2022. Esto implicó un trasegar por treinta años y más de cincuenta documentos, sobre todo libros. A continuación, se presentan los hallazgos frente a cada uno de los estadios diacrónicos mencionados. 1. Primer estadio. La relación modernidad/colonialidad Develar y aceptar la necesaria e innegable relación entre la modernidad y la colonialidad es el paso inicial y, tal vez, el más significativo, para acercarse y entender la transmodernidad en todas sus dimensiones. Todo comienza con una hipótesis formulada por Dussel (1992) y diseminada a lo largo de su obra posterior. Ese postulado sostiene que existen dos nociones de modernidad, el primero, eurocéntrico (reconocido por todos) el segundo, mundial (negado o invisibilizado históricamente). El primer horizonte estaría soportado en el mito de la modernidad y el segundo es clave para mostrar la mencionada correspondencia o vínculo modernidad/colonialidad. El horizonte uno o eurocéntrico es el predominante, desplegado y enseñado en las escuelas europeas y norteamericanas, que basan su aspiración de verdad en la señalada superioridad; pero, también, replicado y reproducido, de una forma acrítica, en la gran mayoría de los escenarios educativos y culturales de Latinoamérica y el Sur global como una muestra de poder epistémico. Esta perspectiva, muestra a la modernidad como una salida de la minoría de edad, de la niñez, del oscurantismo, de la barbarie; una emancipación producto del esfuerzo de la razón, en tanto proceso crítico. La modernidad permite a la humanidad, representada en el hombre europeo, un progreso hacia mejor. No sólo lo descrito, la concepción predominante supone que la modernidad se gestó en Europa como resultado de sus propios esfuerzos. La modernidad se percibe como el producto de una potencia que se ha impulsado a sí misma y, por lo tanto, se considera que no está en deuda con el resto del mundo ni con el devenir de la historia. O lo que es lo mismo, según este horizonte, la modernidad, la “superioridad” y el progreso europeo (y de otros centros de poder, por ejemplo, Estados Unidos), es el fruto de situaciones internas o características intrínsecas de su pueblo, su historia y su cultura. El progreso de Europa no es producto de nada o nadie más (externo), le es exclusivo, le es inherente a su acontecer. Por lo dicho, en sus hitos fundacionales y en su secuencia espacio/temporal siempre aparecen los siguientes sucesos: Renacimiento (italiano), la Reforma luterana y la Ilustración (alemanas) y la Revolución francesa, e incluso, el Parlamento (inglés). Así,
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