Decolonialidad y comunidades posibles
[10] así, de esta manera, reconciliar múltiples mundos. Mundos con realidades que están fuera de lo colonial entrelazado en el poder, lo político y los sistemas que sostienen opresiones, los cuales son basados y edificados sobre la falsa ilusión de la modernidad, tras los siglos y los discursos que nos han ido fragmentando más y más – todo un resultado de la colonialidad en sus varias formas. Fundamentos epistémicos Quizás, hoy más que nunca debemos expandir nuestro repertorio de conocimientos y saberes hacia la interculturalidad. Y, por lo tanto, para la psicología comunitaria la transdisciplinariedad. De esta forma quizás podamos llegar a otros saberes, otras formas de ser y estar en el mundo, y de vivir en el intermedio, resistiendo las dicotomías y la binariedad que nos polariza. En vez de ser nosotros , nos dividimos entre nos y los otros , como lo explica María Elena Torre (2009) , basando su punto de vista en las teorías de Gloria E. Anzaldúa (1987; 2004; 2015) , que por su posicionamiento como mestiza, Chicana y “queer” formuló conocimientos donde la dualidad es problematizada hacia un devenir que profundiza una conciencia híbrida, la consciencia de la mestiza. Cosa que la aymara activista-académica Silvia Rivera Cusicanqui (2012) explica es una epistemología politizada que se basa en las luchas por derecho al buen vivir comunal en un mundo, como señala Arturo Escobar (2019) , donde caben mucho mundos. La alternativa a la colonialidad, y sus maneras de reproducción como el extractivismo, individualismo, positivismo y capitalismo, entre otros sistemas de violencia, es la reciprocidad. En otras palabras, como explica la filósofa Emma Pérez (1999) , el movimiento decolonial es un acto colectivo, de activar la imaginación y el deseo para que de esta forma se rediseñen epistemologías y ontologías expansivas donde se vive y se resiste la represión colonial para construir inter-subjetividades diaspóricas, resistentes, oposicionistas y transformadoras que destellan y promuevan otras realidades, relaciones y mundos decoloniales. Ciertamente, como nos invita María Lugones (2003) al hablar de la colonialidad de género, debemos aprender a viajar entre mundos – abrir nuevas brechas para formar comunidades posibles. Crear una brecha entre múltiples universos con el propósito de construir una vida social y sus relaciones de manera diferente, en el espacio interestelar para adoptar una visión convivencial hacia “el mundo zurdo” (Anzaldúa , 1987; 2015; Fernández , 2024) . Es un momento para renacer y recrear nuevos momentos vivenciales, para de esta manera poder imaginar nuevos vínculos democráticos hacia lo vivencial, desde lo común y desde la ternura
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