QUIPOema
q. 166 da luego en estudio) al dadaísmo y sus precedentes en su práctica artística y poética, descubrió la exaltación de la memoria y el lamento tanto en la poesía romántica alemana como en la poesía precolombina. Al disolver las identidades y destruir los aspectos representativos y comunicativos del len- guaje a favor de una concepción dinámica del arte, los artistas de vanguar- dia dieron pie a una teoría del sujeto en proceso, un sujeto en igual medida constituido por elementos simbólicos y semióticos. Al considerarlos como rebeldes en una sociedad restrictiva, Vicuña acogió la poesía y la estética modernista de vanguardia como fuerzas liberadoras, contribuyendo en un movimiento interno tanto a la nueva producción social de cultura promovi- da por la Unidad Popular del presidente marxista Salvador Allende, como a la resistencia contra la colonización y sus ramificaciones ante un emergente régimen totalitario. Deseo de la mano. Si mi supuesta comparación estuviese basada en un pensamiento linear que implicara nociones de filiación y tardanza, en lugar de recurrencias y convergencias temporales estéticas y sociopolíticas, sería otro intento neocolonial de crear predecesores del arte sudamericano en Europa. Sigue también siendo imperativo leer la obra de Vicuña, que fusiona el conocimiento de las culturas colonial chilena y andina con la búsqueda de una vanguardia global, en referencia a las proposiciones he- chas por sus contemporáneos en Sudamérica. Su decisión de romper con afirmaciones universalistas de abstracción geométrica, sin abandonar un vocabulario geométrico no figurativo y las preocupaciones sociales gene- rales del constructivismo, así como su deseo de enfrentar la complejidad de la realidad humana y mantenerse receptiva a su ambiente inmediato, se asemejan a las actitudes del grupo neoconcreto de Brasil (Lygia Clark, Hélio Oiticica, Lygia Pape, Amilcar de Castro, Franz Weissmann, Reynaldo Jardim, Theon Spanudis, el poeta Ferreira Gullar y el crítico de arte Mario Pedrosa). Estos artistas sostenían los valores de la modernidad y se aleja- ban del «realismo regionalista», al tiempo que replanteaban el problema de la subjetividad en un contexto específicamente brasilero. En el Manifesto Neoconcreto (1959) atacaron el positivismo y reduccionismo mecanicista de la filosofía de Max Bill y la Escuela Superior de Proyectación de Ulm, por ignorar las condiciones reales del Brasil y ser diseñadas para una sociedad industrial/capitalista avanzada. Significativamente, la obra neoconcreta de
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