QUIPOema

q. 154 pecíficas de su producción (la cuadrícula) ofrecen un marco de trabajo que Albers consideraba más estimulante que restrictivo. A fines de los años veinte y durante los treinta, Anni Albers intro- dujo el celofán y otros materiales sintéticos, además de hilos plásticos y metálicos que añadieron lustre y color a sus tejidos, pero además eran capaces de reflejar la luz y de repeler el polvo y el agua. Al llevar estos ma- teriales más lejos que nadie en esa época, según Mary Jane Jacobs, Albers también revivió métodos olvidados hace mucho, particularmente los usa- dos en los textiles peruanos que estudió y coleccionó. Los peruanos del pasado emplearon casi todos los métodos manuales conocidos y su traba- jo constituye quizás el cuerpo de arte textil más rico creado por cualquier cultura en el mundo. Albers elogiaba el atrevido uso de los hilos por parte de los peruanos y comentaba las «sorprendentes e ingeniosas formas de variar en la inventiva de pieza a pieza». En gran parte ignorados por el mundo del arte, los textiles andinos también expresan elocuentemente la transmutación de la cultura, las preocupaciones de las mujeres respecto de las tradiciones indígenas y no indígenas, así como a los intercambios culturales. Cecilia Vicuña, usando hilo y tela como medio principal, pro- pone el tejido como forma de participación surgida de la cultura popular, pero ella siempre ha percibido y entendido el tejido como un discurso al- ternativo y un modelo dinámico de resistencia (como la mayoría de las mujeres indígenas latinoamericanas). Janet Catherine Berlo señala que «las corrientes, contracorrientes y coincidencias en el arte textil latinoa- mericano no son, sin embargo, una forma de “ingeniárselas”. No son una respuesta pasiva y defensiva a cinco siglos de colonialismo». En «Beyond Bricolage» afirma que las «improvisaciones y apropiaciones en los textiles de mujeres son deliberadas y a veces culturalmente subversivas». Aunque mundialmente famosos como piezas turísticas, sus tejidos son signos de renovación, de nuevas formas y temas surgidos directamente del pueblo. Aunque tanto las mujeres como los tejidos son cruciales para el estudio de la representación colonial, hasta ahora los prejuicios occidentales han visto los textiles de mujeres como un arte «sub-primitivo». Usando ejemplos de dos grupos, los kuna y los maya, Janet Catherine Berlo muestra que

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=