QUIPOema
q. 153 Cecilia Vicuña ofrece un acertado principio de interpretación para otras instituciones y sistemas de representaciones. Volveré a tratar el asunto de este pensamiento totalizante y sus problemas más adelante. Los productos más valorados y respetados de la cultura andina son los textiles, que construyen y portan o, más bien, son significado e identi- ficación. Técnicamente, una tela tejida consiste de dos elementos con dos funciones distintas: los hilos fijos verticales (urdimbre) y los hilos móviles horizontales (trama), que intersecan perpendicularmente los hilos fijos y pasan sobre ellos. Trama y urdimbre han sido analizadas en la cestería y en el tejido de figuras de «sólidos flexibles». Determinado por el telar (el marco de la urdimbre), el textil puede ser infinito en su largo pero no en su ancho, donde es cerrado en un movimiento de ida y vuelta. El tejido en pa- trones determinados por la urdimbre, característico de los tejidos andinos hoy existentes, demoró en ser reconocido como valioso en los estudios de género, identidad social, redes económicas y modernización. Como fuerte indicador de patrones culturales (lo que los maya de México y Guatemala llaman costumbre), los textiles tienen un poder comunicativo, pero también político, ritual, económico y poético. Tejer es significar de distintas formas. Palabra e hilo. Comparado con el estatus privilegiado que reci- ben la pintura, la escultura y la arquitectura, las artes textiles han sido prácticamente ignoradas. Tras la aparición de la Bauhaus, la distinción e interrelación entre diseño y arte fueron enormemente desarrolladas en la obra de Anni Albers. Ella superó «dos premisas falaces: que el diseño y la creación artística son ocupaciones en conflicto y que el trabajo en el medio de las fibras es categóricamente artesanía y no arte». Explorando la arbi- trariedad de un hilo descartado en Knot II (1947), Albers dijo que, «aun- que sea pequeño, cada hilo parece cargado de una energía ininterrumpida: las unidades subyacentes se enlazan y entretejen con inagotable vitalidad, como si dijeran que existen por sí mismas, pero también como parte de algo mayor». Trabajar con un material «es escuchar el dictado del material y asimilar las leyes de la armonía. Es por esto que podemos hallar certeza en la creencia de que formamos parte de un orden eterno». Albers también valoraba el desafío de la disciplina del tejido. Al contrario de la pintura, que permite una libertad sin límites, las propiedades inherentes a los tex- tiles (cualidades táctiles, combinaciones materiales y otras) y las leyes es-
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