Politizando los cuidados en la Río
15 Los cuidados colectivos en situación: otra forma de narrar la historia social Existen distintas maneras de llegar a los lugares, enfocar los problemas y plantear una misma idea. Los reco- rridos que realizamos como equipo para abordar la temática de los cuida- dos colectivos son tan variados como nuestras experiencias de vida, profe- siones, militancias políticas y aperturas comunitarias. En ese sentido, se puede afirmar que las ideas del movimiento de mujeres y feministas, fueron al mismo tiempo un lente y una postura que permitió a quienes fuimos activistas de organiza- ciones territoriales en la Rio articular un discurso crítico en torno a los cuida- dos. Este discurso subrayaba que los cuidados son trabajos que las mujeres realizamos de manera constante en nuestros hogares para sostener la vida cotidiana y doméstica de nuestras fa- milias. Al reflexionar sobre estos trabajos, algunas de nosotras señalamos que cumplían una función reproductiva asignada a las mujeres dentro de la so- ciedad capitalista, la cual se basaba en la división sexual del trabajo. Esta fun- ción estaba destinada a servir física, emocional y sexualmente a quienes supuestamente ganaban el salario, además de criar y educar a niños y jó- venes como futuros trabajadores, ase- gurándose de que se ajustaran a las expectativas impuestas por la socie- dad capitalista (Federici Silva, 2018). La experiencia y visión de este tra- bajo reproductivo adquirió una nueva dimensión en el contexto social de emergencia generado por la epidemia de COVID-19. Al poner en evidencia las desigualdades estructurales y afec- tar las posibilidades de autosustento de las familias, fue posible observar cómo muchas mujeres, dirigentas de organizaciones emblemáticas, dueñas de almacenes o referentes de salud barrial, colaboraron en la alimentación y el cuidado diario de personas mayo- res, en situación de calle, migrantes y familias completas en situación de desprotección. En otras palabras, durante la pande- mia, este trabajo reproductivo se ex- tendió al ámbito comunitario, además de aumentar la presión sobre las mu- jeres en los hogares, donde familias completas se encontraban hacinadas, lo que las sobrecargaba aún más. Sin embargo, en el ámbito comunitario esto no es algo nuevo, ya que muchas de estas organizaciones han estado feminizadas desde tiempos de lucha contra la dictadura. Como señala Ar- boleda (2023), gran parte de las luchas pobladoras se han encarnado en los cuerpos de las mujeres, quienes han asumido roles protagónicos en la lucha por la vivienda desde mediados del si- glo XX (González, 2021). La pregunta que surge entonces es: ¿Queremos seguir asumiendo la car- ga del trabajo de cuidado, incluso en nuestros colectivos y comunidades? ¿Por qué? ¿Para qué? ¿Podemos ha- cer este trabajo, que habitualmente realizamos para otros, también para nosotras mismas? ¿Podemos com- partir esta labor con otras personas? ¿O podemos hacer que este traba- jo sirva a un propósito distinto al de mantener un status quo centrado en la producción de capital? La respuesta
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