Prender fuego. Antología. Primer Concurso Latinoamericano de Cuentos Marta Brunet

89 Una determinación rabiosa que él no había detectado antes. Apuró un trago de whisky, incómodo, antes de continuar: —Es solo que hay una diferencia entre tener buena redacción o buena capacidad de síntesis, ambas cualidades que manejas a la perfección, y tener la capacidad para el pensamiento original, para la creación, que distingue al verdadero intelectual. Ella no respondió, pero le pareció que su explicación había logrado amilanarla, lo cual lo alentó. Aprovechó la pausa para ter- minar su whisky y volver a llenarlo, esta vez, casi hasta el borde. Tomó un trago largo y siguió: —Hacemos algo hermoso en estos edificios, ¿sabes? —le dijo con tono didáctico—. La búsqueda de la verdad, de eso se trata la academia. Veritas omnia vincit . La empresa más bella que ha emprendido la humanidad. Se detuvo a beber un poco más antes de inclinarse levemente hacia adelante, apuntándola con el dedo: —Y, como en toda empresa que vale algo, el fin es más impor- tante que los egos personales. Estamos todos al servicio de algo más grande que nosotros. En ese camino, a algunos nos toca lide- rar y a otros apoyar. Lo que tipos comoMackenna han perdido de vista es que ambas son misiones nobles. Cuando los títulos aca- démicos empiezan a repartirse como prebendas de cacique, en vez de reservarse para los más adecuados; cuando deja de enten- derse el ser doctor, doctor philosophiae , como la vocación que es… —negó con la cabeza con cierta indignación—, bueno, la misión completa sufre. Sufre la veritas . Sufrimos todos. El sol ya había terminado de ponerse, pero nadie se preocupó de prender la luz en la oficina. Afuera, los faroles del patio pro- yectaban largas sombras sobre los caminos de grava. Adentro, se habían quedado prácticamente a oscuras; apenas visibles el uno

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