Prender fuego. Antología. Primer Concurso Latinoamericano de Cuentos Marta Brunet

43 Una historia que se repite desde que la frontera es frontera. En esta eterna reiteración de ir y venir, cada migración es un renacimiento. La historia insiste, hijita. Tampoco tú tendrás un padre. Pero, con todo y eso, jamás te haré faltar de nada. Por eso cruzamos la frontera, para que a la miseria no se le ocurra rozarnos. Tu abuela las pasó peor. Un día llegaron forasteros americanos, así me dijo. Les dieron para sembrar semillas de María y los campesinos agra- decieron. De tomates y yucas no te viene, decía tu abuela. Aquello era lento y el hambre, que nunca te toque m’hijita, hace crujir la barriga y no deja dormir. Con los americanos y sus malditas semi- llas las plantas crecían y venía el dinerito, pero de pobre no se sale ni queriendo. ¿Será que da culpa ser distinta de los tuyos? Te digo que un día llegaron unos uniformados y quemaron los campos sembrados por ellos mismos diez años antes. El fuego levantó una humareda que traspasó el cielo y no quedó poblado para contar el cuento. Nadie supo de nadie, eso decía tu abuela, mi madre, Dios la guarde. Y por eso quedó sola en el Táchira, en el Ande venezo- lano, conmigo adentro, conmigo como lastre, como sombra que aceptó con disimulo. Las madres hacemos milagros, hijita. Hasta llegué a sentir que me quería, como si me hubiera elegido. Como si me hubiera deseado, esas cosas que tienen las madres... Así es la historia de los países vecinos. A veces huyes de un lado, a veces del otro. La maldición nunca termina, como decía tu abuela. Y parece que es así, nomás. Tantico arraiga, tantico toca salir huyendo. El río es la frontera. El río es un ritual de paso entre pertene- cer y no, entre viajar y retornar. El río es el monstruo con el que hay que lidiar para conquistar el derecho a ser. Nunca se sabe con él, a veces está seco y otras traga sin remordimiento. En el río se negocia el dolor, el olvido, el miedo, la aventura. Es la pira sacrificial donde inmolarse en nombre de una vida mejor. Los caminantes de frontera

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