Prender fuego. Antología. Primer Concurso Latinoamericano de Cuentos Marta Brunet
137 despaciosamente encendido y que, de rato en rato, marcaba un punto rojo. De pronto se volvió a la puerta que daba a la habita- ción del hombre. —Agora gané yo..., y pa siempre... ¡Je! —lo dijo, creyó decirlo, pero de la boca cerrada, como trancada por el labio inferior, no se movió un músculo ni salió un sonido. Entonces se alzó a cerrar la puerta de entrada. Pero no la cerró, la dejó abierta. Abierta, porque para los otros el hombre todavía podía volver.
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