Prender fuego. Antología. Primer Concurso Latinoamericano de Cuentos Marta Brunet

13 «La casa sonaba» (mención honrosa), de Melissa Orrego Serón, a diferencia de los relatos anteriores, nos sitúa casi exclusi- vamente en los pensamientos y elucubraciones de la protagonista. El mundo exterior se va revelando a pedazos, mediado por la voz de una narradora que transita dentro de una casa que alguna vez fue el lugar que compartió con Francisco, su pareja. La narradora nos revela trozos de imágenes, de objetos, de espacios, de cuer- pos; restos de una vida que fue y que al momento de narrar expo- nen una existencia ya fracturada. El notable ejercicio narrativo de Melisa Orrego Serón obliga a las y los lectoras/es a recoger aque- llos trozos de imágenes y componer una historia: la de la narra- dora, la de Francisco, la de ambos. El relato de Paulina Valenzuela, «Minotauro» (mención honrosa), nos traslada al despacho de un viejo profesor univer- sitario, quien mantiene una conversación con su joven ayudante, recientemente aceptada en un doctorado en Oxford y próxima a emprender el viaje a su nuevo desafío académico. A medida que avanza la narración salen a la luz los resentimientos, menosprecios y prejuicios que el arrogante maestro ha ido acumulando durante años. El cuento de Paulina Valenzuela constituye una interesante pieza narrativa que explora y representa las luchas de poder y los rencores que surgen en los ambientes universitarios, pero, sobre todo, nos ofrece una imagen de las dificultades, el maltrato y la continua desvaloración que experimentan las mujeres en los espa- cios académicos. En el cuento, el viejo maestro, misógino, desde- ñoso de las nuevas generaciones académicas y nostálgico de los espacios de saber restringidos de antaño se resiste, encerrado en su oficina, a desaparecer. El último relato distinguido que integra Prender el fuego es «La jaula de los osos» (mención honrosa) de Macarena Araya.

RkJQdWJsaXNoZXIy Mzc3MTg=