Prender fuego. Antología. Primer Concurso Latinoamericano de Cuentos Marta Brunet

106 Le respondo que me parecía una buena idea hacer una obra sobre el caso. El colegio se paraliza. La noticia sale en la prensa. Se habla de la salud mental de los docentes y muchos dicen que nada justi- fica lo que hice, que no se puede someter a niños tan pequeños a ese nivel de estrés. Algunos comediantes me usan en sus rutinas, pero ninguno de sus chistes me da risa. Me encierro en el depar- tamento. No salgo en días. En la televisión hablan sobre la cri- sis del mundo del teatro. «La violencia está muy normalizada», declara una mujer que entrevistan en la calle. «El problema es pasar demasiado tiempo usando las redes sociales», dice alguien en un programa de noticias. Me intentan contactar. Me envían mensajes de texto, incluso llega la televisión al edificio donde vivo. Lo único que hago es ver las noticias y el celular. Entrevistan a mi vecino. Él responde que yo era una mujer normal, solo que a veces dejaba la puerta abierta de mi departamento y me quedaba parada mucho rato en el pasillo. La noticia se vuelve una especie de leyenda urbana. «¿Qué ejercicios hizo la profesora de teatro?»; «¿Por qué se obsesionó con esta historia?»; «¿Hubiese sido capaz de lanzar a uno de sus alumnos a la jaula de los osos?». El muro de Facebook del zoológico es bombardeado por men- sajes preguntando por los poemas. No hay nueva información sobre el caso, no se sabe qué pasó con la madre ni si los hermanos usaron alguna vez su pase a perpetuidad para asistir al zoológico. No conocemos los poemas que la niña le recitó a las enfermeras. Una compañía de teatro realiza una obra inspirada en la pro- fesora chilena obsesionada con el caso del zoológico de Taskent: yo. «La jaula de los osos», se llama. Quieren contactarme, quieren

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