Prender fuego. Antología. Primer Concurso Latinoamericano de Cuentos Marta Brunet
101 Wikipedia ofrece la siguiente información sobre Uzbekistán: fue parte de la ruta de la seda, formó parte de la URSS, fue gober- nado por un presidente que estuvo en el poder desde 1990 hasta el 2016, y Taskent es conocida como la capital de los museos. No retengo nada más. No puedo concentrarme en nada. En internet no hay información nueva sobre el caso del zooló- gico de Taskent. Todas las noticias son iguales; lo único que varía son los adjetivos del titular: horroroso, terrorífico, impactante. Repito el video un par de veces más. Pongo especial atención al momento en que la mujer separa a la niña de su cuerpo y la lanza. Imagino el ritmo acelerado de sus pulsaciones. Hago la mímica: me levanto de la cama, tomo una almohada, llevo los brazos hacia delante y la suelto. No pasa nada. Reviso la página de Facebook del zoológico. Hay fotos de la niña en el hospital. Su cara está pixelada. En la habitación hay glo- bos rosados y peluches de osos. Una pareja de médicos sonríe a su lado. El texto que acompaña la fotografía, que copio y pego en el traductor de Google para poder entenderlo, dice lo siguiente: «La niña está de buen humor, recitando poemas a las enfermeras y ani- mándolas. A su vez, nosotros la alegramos con regalos. Además, decidimos darles a la niña y a su hermano acceso gratuito de por vida al zoológico de Taskent». Traduzco unas preguntas del español al uzbeko y las escribo debajo la fotografía pixelada de la niña: 1. ¿Por qué creen que esta mujer decidió dejar caer a su hija a la jaula de los osos? 2. ¿Aún está detenida? 3. ¿Qué va a pasar con ella? 4. ¿Por qué creen que la madre decidió lanzar a la niña y no al niño?
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