Saludo Global. El escenario actual y perspectivas a futuro
64 de avances en mayor participación electoral y democratización acompañados de un desarrollo más autónomo y de la expansión de la educación pública y las clases medias, la creación de sistemas de aseguro social, la ampliación de la salud pública y la sindicalización obrera. La década de 1970 fue turbulenta políticamente en Chile y América Latina: implicó modernizaciones, pero de- pendió mucho del endeudamiento externo con resultados adversos sobre la desigualdad en distintos países, en especial tras la adopción del modelo neo- liberal. Además, en varios países dio origen a ciclos autoritarios muy costosos. La desigualdad aumenta en el periodo 1980-2002 que comprende la crisis de la deuda externa (década de 1980) y la aplicación de las recetas del Consenso de Washington en la década de 1990. Sin embargo, en la primera década del siglo XXI se produce un giro“posneoliberal”en varios países, con el que mejoran los términos de intercambio, aumenta el influjo de capitales y las remesas del exterior, se comprime un poco la escala salarial y aumentan las transferencias monetarias a los pobres. Como consecuencia de estos cambios la tendencia de aumento de la desigualdad de las dos últimas décadas del siglo XX se tiende a revertir entre 2002 y 2012, con efectos que se extienden hasta 2018- 19 antes de la crisis del Covid-19. Los progresos distributivos de las dos primeras décadas del siglo XXI , in- cluyendo las políticas públicas en salud, tienen límites: persiste la informalidad en el mercado laboral, y no se aprovechó ese período para construir un Estado de protección y derechos sociales efectivo que mejore en forma estructural la educación pública, la salud pública, la vivienda y las pensiones. La preocu- pación de los gobiernos en las últimas tres décadas ha estado centrada en el alivio de la pobreza y en mejorar, en parte, la distribución de la renta , pero no la concentración de la riqueza , la que exhibe niveles muy altos, con consecuencias políticas y económicas muy complejas. Por otra parte, el rol redistributivo del Estado actualmente existente es débil en América Latina por la falta de progre- sividad del sistema tributario y la fragmentación del gasto social. Una estrategia efectiva pro-equidad para los años y décadas venideras debe centrar su acción en mejorar la capacidad del mercado laboral de generar empleos de buena calidad, pagar salarios decentes y ampliar el acceso de la po- blación a la salud, el crédito y el conocimiento. Asimismo, se deben garantizar pisos universales de ingresos para la población activa y pasiva, y atacar la aguda desigualdad de riqueza financiera y física, evitando potenciales desestabiliza- ciones económicas y políticas dentro del marco de una estrategia integral y consistente de reducción de la desigualdad estructural en la región.
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