Saludo Global. El escenario actual y perspectivas a futuro
46 Para el bienio 2020-21 Alemania pasó a ser el principal contribuyente (17%), seguido por la Fundación Bill y Melinda Gates (9,5%), EE . UU . (7%), la Comisión Europea (6,5%), la GAVI (6,4%), el Reino Unido (6%), el Banco Mun- dial (2,5%) y Rotary Internacional (2,4%) ( OMS , 2019; WHO , 2022). Por supuesto que todas las contribuciones son bienvenidas, pero si bien los países miembros aprueban las prioridades de la OMS , aquellos que contri- buyen con más fondos extrapresupuestarios y las fundaciones, como Gates o Rotary, que establecen las suyas de manera independiente, pueden sesgar las políticas y operaciones de la Organización. Naturalmente, la OMS no acepta contribuciones para temas fuera de su competencia, pero la excesiva depen- dencia en fondos asignados a voluntad puede distorsionar las prioridades glo- bales y favorecer a algunas regiones o países más que a otros. La dependencia de la OMS de fondos voluntarios ha sido levantada como un problema durante años, y constituye parte de un tema de preocupa- ción importante del sistema mundial de Ayuda Oficial al Desarrollo ( AOD ) pero no parece probable que los países miembros aumenten sus contribuciones no específicas, al menos en el corto plazo. Se trata entonces de buscar un mecanis- mo de gobernabilidad que permita que las prioridades de financiamiento sean fijadas de manera de asegurar la universalidad del derecho a la salud de calidad, al mismo tiempo que el sector no estatal o el filantrópico sea incentivado a se- guir contribuyendo. Evolución del mandato La gobernabilidad de la OMS se ha visto afectada también por la evolución de la naturaleza de sus intervenciones, al igual que otras entidades de la ONU . Concebida como una entidad de rectoría (estableciendo normas y estándares), un sistema de reuniones esporádicas de representantes gubernamentales era razonable porque la implementación de las recomendaciones estaba en manos de los gobiernos mismos. Además, con los procesos de descolonización de las décadas de los 60 y 70, el foco de la OMS comenzó a trasladarse a la coopera- ción técnica a los países emergentes, con una fuerte concentración en las nece- sidades nacionales. Pero desde las pandemias del fin del siglo XX ( SIDA , SARS , Gripe Asiática, Ébola, etc.) hasta el Covid-19, ha habido una creciente presión para que la OMS tome el liderazgo en el manejo global de las emergencias, ya que las intervenciones nacionales, por muy bien diseñadas y dotadas de recur- sos que estén, no son suficientes para actuar efectivamente en situaciones que reclaman colaboración y coordinación entre países, e incluso continentes. La OMS ha respondido dentro de lo posible usando mecanismos que no estaban diseñados para este propósito, como el departamento de desastres, enfocado a calamidades naturales o conflictos y posconflictos. Aunque después de la Gripe Aviar se han estado reforzando los mecanismos de respuesta a
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