Saludo Global. El escenario actual y perspectivas a futuro

189 En la misma línea, se requerirá incorporar decididamente la innovación y desarrollo (I + D), generando conocimiento general y particular. Esto requiere recursos no solo para la innovación de frontera de alcance más global, sino que también para lograr que las políticas locales, sus programas y servicios ten- gan una cobertura efectiva y universal, reduciendo así las grandes brechas de inequidad que hoy se observan al interior de los países de bajos y medianos ingresos. Respecto de la formación de personas para el trabajo en Salud Mental Global, se requiere adecuar el currículum, tanto en pre como en posgrado, para incorporar la perspectiva global de los problemas de salud, y de salud mental en particular. Este desarrollo permitiría reconocer y manejar los factores ligados al proceso de globalización (como el cambio climático, la internacionalización de los procesos productivos, la influencia de la industria transnacional y financiera, el uso de tecnologías, las tensiones entre polos dominantes y periféricos, etc.). De cierto modo, es la visión de los Determinantes Sociales de la Salud llevada a escala mundial. Otro cambio necesario es el referido a la instalación de competencias psicosociales, de comunicación y de trabajo en equipo en el campo de la Salud Mental. En el actual escenario epidemiológico, en el que aumentan las llama- das enfermedades crónicas no transmisibles y los problemas de Salud Mental, y en el que existe una gran migración (“fuga de cerebros”) de trabajadores de la salud entre países y regiones, estos últimos requieren más que las herra- mientas específicas de su profesión. Deben establecer una buena relación con sus pacientes y familias, a través de trabajo comunitario, todo lo cual tiene un componente cultural innegable para su adecuada realización. Finalmente, en el área de políticas públicas resulta altamente recomen- dable que los países avancen en estructuras legales que protejan de mejor ma- nera los derechos de las personas con un trastorno mental, sus familias y a la comunidad en general. Esto incluye, por cierto, garantizar los recursos para los dispositivos específicos y la prevención del estigma y la discriminación a todo nivel, pero también la mantención del bienestar mental de la población general. Esto último es difícil de operativizar, pero tal como se ha avanzado en hacer presente la “Salud en todas las políticas”, las consideraciones respecto de la Salud Mental debiesen estar aquí también incluidas. Estamos frente a otro desafío entonces, que incluye la propuesta y validación de formas métricas poblacionales que se incorporen en las evaluaciones regulares de las políticas públicas de todo tipo (“evaluación de impacto en Salud Mental”), y en los re- portes periódicos nacionales (tales como el “índice de felicidad”). Es muy posible que estemos en un momento de cambio y transforma- ción histórica, en el que muchos paradigmas dejan de funcionar o definitiva- mente se derrumban: la evolución de la pandemia de Covid-19, los distintos conflictos armados intra e internacionales, y cierto grado de avance democrático

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