Saludo Global. El escenario actual y perspectivas a futuro
187 mental, todos los cuales han buscado fortalecer el desarrollo de los servi- cios comunitarios y asegurar los recursos para su funcionamiento (Agrest et al., 2018). Junto con ello, muchas de estas iniciativas protegen los derechos humanos y civiles de quienes padecen un trastorno mental, bajo el recono- cimiento de que existe un fuerte estigma hacia ellas y ellos: actualmente se considera que el estigma es una de las principales causas de su exclusión social (Mascayano et al., 2015). Algunos elementos del contexto actual Desde la perspectiva epidemiológica, en el año 2010 se estimaba que el 7,4% de toda la carga de enfermedad mundial (años de vida perdidos por discapacidad o muerte prematura) era producida por trastornos mentales y de abuso de sus- tancias, principalmente a expensas de la discapacidad que generan. En térmi- nos absolutos, esta carga habría aumentado 37,6% durante 20 años (Whiteford et al., 2013) debido, entre otras causas, al envejecimiento poblacional. El panorama en Latinoamérica es similar. En conjunto, si se toman los trastornos mentales, neurológicos específicos y debidos al consumo de sus- tancias y el suicidio, ellos representan un quinto del total de la carga de enfer- medad en la región. Los trastornos depresivos, que son la principal causa de discapacidad, representan el 3,4% del total de la carga de enfermedad, segui- dos de los trastornos de ansiedad, con 2,1% ( OPS , 2018). A esto se suma una gran preocupación por el impacto de los problemas mentales en la infancia, agravado por el desarrollo de la actual pandemia de Covid-19 (United Nations Children’s Fund (Unicef), 2021). En todos los países, el presupuesto del sector sanitario dedicado a Salud Mental es mucho menor en términos porcentuales que el que le correspondería respecto de su carga de enfermedad estimada. Este desequilibrio, en Latinoa- mérica, es de al menos 3 veces en los países de más alto ingreso, llegando a 435 veces en los países de bajos ingresos, con una mediana regional de 34 ( OPS , 2018). A pesar de esta constatación, existe un consenso creciente que tanto la Salud Mental como la “salud física” deben ser comprendidas y abordadas como una sola entidad, y que el daño producido por una de ellas va a terminar afectando necesariamente la otra. Hay evidencia más que suficiente sobre esto y es lo que sustenta el conocido lema «no hay Salud sin Salud Mental» (Prince et al., 2007). Muchos recursos internacionales de países desarrollados se están dedi- cando a la Salud Mental Global. En formación de recursos humanos, existen ya numerosos programas de formación de posgrado específicos en este cam- po, especialmente en universidades anglosajonas. Como puede esperarse, su foco principal de enseñanza adscribe al paradigma dominante desde el “Norte Global” hacia el “Sur Global”.
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