Saludo Global. El escenario actual y perspectivas a futuro

118 domésticos y luego a la especie humana crea enfermedades emergentes que afectan la salud de las personas —las llamadas enfermedades zoonóticas—, lo que exige cada vez mayores esfuerzos de la ciencia y la salud pública para en- frentar dichas enfermedades. Cada año se producen 700 mil muertes por enfer- medades zoonóticas y corresponden al 17% de las enfermedades transmisibles a nivel global, de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud, destacando entre estas el dengue, la enfermedad de Chagas y la malaria ( OMS 2017). Un ejemplo reciente de lo anterior es el caso del Covid-19, un virus que provocó una de las tantas pandemias en la historia de la humanidad, con re- sultados catastróficos. Los virus son una entidad biológica que carece de la es- tructura molecular de la vida, el ADN , y cuya reproducción y éxito depende de un huésped, que le permita usar su maquinaria para reproducirse, propagarse y perpetuarse. Esta estrategia funciona a la perfección, viven en ambientes te- rrestres y marinos, estimándose que la diversidad viral en la Tierra es de 1x10 31 (Sompayrac, 2002). Los virus tienen mala fama, pero además de causar enfer- medades, algunas graves, cumplen funciones vitales en las relaciones con otros organismos vivos, incluidos los seres humanos (Ryan 2009). No es muy difícil entender por qué el Covid-19, conocido también como coronavirus, ha sido tan exitoso, ya que no podemos atribuir su despliegue por el planeta solo a su habilidad para conseguir un huésped. Hay suficiente ciencia y conocimiento global y latinoamericano que pone en evidencia las consecuen- cias de traspasar los límites de la naturaleza (Newbold 2018; Cook et al., 2019; Koleff et al., 2019; Marquet et al., 2018; Marquet et al. 2019), pero las alertas sanitarias y ambientales se han desestimado. El cambio climático, la pérdida de biodiversidad y el Covid-19 son parte de un mismo problema: consecuencia de nuestro sistema productivo y económico insostenible. Un sistema socio-ecológico con bajos niveles de memoria y capital social es vulnerable a cambios y puede, consecuentemente, deteriorarse hasta llegar a estados no deseados, y esto es lo que estamos percibiendo con la crisis cli- mática y de biodiversidad. Es crucial abordar de forma integrada la prevención del riesgo y el desarrollo de capacidades locales sobre cambios climáticos, bio- diversidad y enfermedades. La relación entre la biodiversidad y la calidad de vida de las personas es una vinculación inseparable, de la que depende toda la población humana, sin distinción por género, área geográfica ni nivel econó- mico o cultural. Johan Rockström y Pavan Sukhdev, investigadores del Centro de Resi- liencia de Estocolmo propusieron en 2016 invertir el entendimiento de los Obje- tivos de Desarrollo Sostenible ( ODS 2030 [Naciones Unidas 2015]), un ejercicio académico que nos invita a comprender el andamiaje biológico. Es así que la biósfera entrega los elementos fundamentales para el bienestar humano y con- secuentemente para las economías. En la Figura 2 se representa esta forma no antropocéntrica de tratar los elementos de los que depende la vida humana o

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