Saludo Global. El escenario actual y perspectivas a futuro
110 microorganismos del suelo, agua y aire, por las especies animales y vegetales, así como por hongos y bacterias, que habitan todas las matrices ambientales; a saber, suelo, agua (marina y continental) y aire. A su vez, el océano contribuye a la regulación planetaria, ya que aporta el 50% del oxígeno disponible (Paul- mier, 2017), con la captura y secuestro de CO 2 atmosférico y la redistribución de calor en el planeta ( IPCC , 2019). En los ecosistemas marinos ocurren procesos fotosintéticos y metabólicos determinantes en la disponibilidad de carbono y oxígeno para el planeta. América Latina posee el 20% de biodiversidad a nivel global y el 10% de las reservas de agua dulce del mundo ( UICN , 2015). En los sistemas andinos de América Latina, como los salares, lagunas andinas y bofedales, habitan especies silvestres, pues son ambientes extremos cuyo origen es muy anterior al de la es- pecie humana, con alto endemismo (peces, plantas), lo que significa que tienen una distribución muy acotada, son singulares; si desaparecen de ese hábitat, desaparecen por completo, se extinguen. Asimismo, las costas de América Latina albergan estuarios, mangla- res, marismas y fiordos que reciben nutrientes desde los ríos, favoreciendo la productividad de las costas, lo que permite la pesca artesanal. Los manglares juegan un rol vital en el secuestro de carbono y en la protección de las costas, en conjunto con los humedales de turberas, ecosistemas que retienen grandes cantidades de agua y son más eficientes que los bosques terrestres como alma- cenadores de carbono, y están restringidos en pocos puntos del planeta en el hemisferio Sur, en algunas zonas andinas del trópico y solo ocupan el 5% de la superficie total a nivel global (Lappalainen 1996). Son un seguro de vida ante el cambio climático. Otro tipo de contribuciones de la biodiversidad dice relación con los ser- vicios culturales, que son contribuciones sociales que no suelen valorarse, por- que no son bienes intercambiables, ni materiales ni monetizados, pero de vital importancia para las relaciones sociales y otros aspectos del bienestar humano, como la contemplación de la belleza estética, la recreación y el bienestar espi- ritual, que en su conjunto aportan al bienestar y salud mental (Marselle 2019). Pero los procesos biológicos y biogeoquímicos se ven limitados y per- turbados cuando se pierde la salud de los ecosistemas. Las contribuciones que provee la biodiversidad están declinando producto de las modificaciones y perturbaciones antrópicas sobre los sistemas naturales de manera intensi- va y persistente: perdemos los hábitats, las especies, la calidad de suelos, ríos, lagos y humedales. La salud de los ecosistemas es clave para una condición segura a nivel planetario. Así lo dejan en evidencia los diversos informes de la Plataforma Intergubernamental de Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos ( IPBES 2016, 2018, 2019); sin embargo, ya en 2003 la Evaluación del Milenio ( EM ) entregaba resultados preocupantes, este era el primer informe global para evaluar la salud de los ecosistemas en el planeta ( MA 2003), que también tuvo
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