Salud Global. Los riesgos para Chile y América Latina

SOLIMANO & RAMIREZ 76 rico. Si por otra parte observamos también la prevalencia de factores de riesgo para desarrollar cáncer de vesícula y la asociamos con el nivel de instrucción educacional, encontramos que en el caso del colesterol alto la prevalencia entre las personas con instrucción básica es de un 43,6% versus un 33,8% de las personas con nivel de instrucción universitaria. En el caso de la obesidad, epidemia extendida en nuestra sociedad, y su prevalencia generalizada, también existe diferencia según el nivel educacional, encontrando un porcentaje de 35,5% para personas con nivel educacional básico versus 18,5% del nivel universitario (MINSAL-UC, 2011). En el desarrollo del argumento hemos planteado que la prevalencia del cáncer de vesícula está condicionada de una u otra manera por el nivel socioeconómico y los factores asociados ya expuestos. Por ejemplo, si observamos las características del mercado del trabajo en Chile, podemos apreciar su extrema polaridad, lo que sin duda tiene efectos directos sobre la calidad del empleo y finalmente sobre la calidad de la salud de las personas. En este sentido, de acuerdo a la comisión de los DSS, “por una parte tenemos núcleos duros y nichos de ocupación de alta calificación bastante estables, con adecuadas condiciones de trabajo y niveles salariales altos, y por otro lado, en los mismos sectores productivos y en las mismas empresas o bajo su órbita, tenemos una masa de trabajadores flotantes de baja calificación, alta inestabilidad y bajo nivel de protección social” (Andrade, 2008). La realidad chilena abordada en este artículo es también el reflejo de la sociedad global, en dónde encontramos que el cáncer vesicular “presenta una muy baja incidencia en los países desarrollados y no se incluye en las principales bases de datos internacionales de cáncer” (WHO, 2003). Las poblaciones de muy alto riesgo, están en los países andinos –particularmente Chile y Bolivia– y entre la población hispana e indígena de Norteamérica, “se consideran de alto riesgo tasas de incidencia de 10 a 15 casos por 100.000 habitantes en mujeres y entre 3,5 y 7,0 casos por 100.000 habitantes en hombres” (O’Brien et al., 2003). “Chile sobrepasa estas últimas cifras,

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