Salud Global. Los riesgos para Chile y América Latina

SOLIMANO & RAMIREZ 56 los países, sin perder de vista los intereses de las compañías transnacionales, con el objetivo que los lineamientos sanitarios sean concordantes con las decisiones político-económicas y las necesidades de la población. En las últimas dos décadas la ECV, en respuesta al aumento en la prevalencia de estilos de vida poco saludables, ha experimentado una expansión mundial paralela al fenómeno de la globalización, pasando de ser prácticamente endémica en países industrializados a azotar de manera significativa a países más desfavorecidos, convirtiéndose en la primera causa de muerte en el mundo (Castellano et al., 2014; Nascimento, Brant, Moraes, & Ribeiro, 2014). Las enfermedades cardiovasculares fueron la causa principal de defunción por ENT en 2012 y fueron responsables de 17,5 millones de fallecimientos (46% de las muertes por ENT). De estas muertes, se estima que 7,4 millones se debieron a infartos cardíacos (cardiopatía isquémica) y 6,7 millones a accidentes cerebrovasculares (OMS, 2014). La creciente carga de ENT en los países de bajos y medio-bajos ingresos agravarán la pobreza y las dificultades económicas creadas por las enfermedades transmisibles, pudiendo incluso frenar el desarrollo social y económico de varios de estos países (Atun et al., 2013; Castellano et al., 2014; Gómez, 2011). El problema global de la ECV no es solo de gran magnitud, sino que la necesidad de acción es urgente, ya que el reconocimiento del alcance de la ECV en todo el mundo ha ido siempre por detrás de la pandemia en sí. En 2004, Leader et al. anticiparon el impacto devastador de la ECV especialmente en la población laboral, en edades comprendidas entre 35 y 64 años de los países de ingresos bajos y medios-bajos en el 2030 (Leeder et al., 2004). En 2007, Fuster et al. alertaron sobre la falta de atención que la comunidad científica y política estaba prestando a las ENT, a pesar de que ya en el año 2001 la ECV se había convertido en la primera causa de muerte en todo el mundo, particularmente en los países en vías de desarrollo, donde el crecimiento de esta patología era ya alarmante (Castellano et al.,

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