Salud Global. Los riesgos para Chile y América Latina

SOLIMANO & RAMIREZ 108 sabido que el interés de la industria farmacéutica global está puesto en el mercado que ofrecen los países desarrollados, quienes compran en grandes volúmenes y a buenos precios de mercado. Esto repercute automáticamente en que la inversión en investigación e innovación por parte de la industria se realice en función de la epidemiología local de estos países objetivo, la cual es muy distinta de aquellos países en desarrollo. Entonces nos preguntamos: ¿Quién desarrolla avances farmacológicos para aquellos más vulnerables si el interés está puesto en un aspecto netamente económico?, ¿Es responsabilidad de los estados asumir de alguna manera la responsabilidad de esta función?, ¿Lo están haciendo?, ¿Debiese ser un bien público y superior el conocimiento ligado a fármacos y tecnologías que permitan la mantención de la salud de la población y no estar sujeto a las mismas regulaciones a la que están otras propiedades intelectuales?. Algunas de estas respuestas podrían parecer obvias, no obstante, no están aún resueltas. Esta situación no es muy distinta en nuestro país, no sólo en lo relativo a la producción de fármacos, sino que también en lo relacionado con su comercialización, resumiéndose esta en que el 60% de las farmacias del país corresponden a una de las tres cadenas farmacéuticas, las cuales concentran en torno a un 95% del valor de venta de los medicamentos (Gobierno de Chile, 2013). Información del ISP muestra además que entre los años 2008 y 2012 las farmacias han crecido sus ingresos en un 34,1%, la venta de medicamentos genéricos ha disminuido en un 14,6%, con mayor crecimiento de los medicamentos con marca propia y preponderancia de los medicamentos de venta con receta (Gobierno de Chile, 2013). Esto nos hace presumir que podríamos estar frente al ejercicio de prácticas tendenciosas e inducidas en la comercialización de los fármacos. Un ejemplo de esto, es la práctica denunciada y reconocida por autoridades y personalidades gremiales del sector, conocida como “canela detrás del mesón”, en donde se responsabiliza a los laboratorios y grandes cadenas de farmacias de “obligar” a través de incentivos económicos perversos y limitando condiciones laborales, a

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