Juventudes. Miradas sobre adultocentrismo, género y masculinidades [volumen 3]
Nome callo, nomeaguanto: experiencias desdeel activismo sexopolítico juvenil · 83 episodios en que las estudiantes fueron abordadas por profesores invitándolas a salir, ofreciendo ventajas académicas (calificaciones) a cambio de besos o contacto físico sexual. Ese era el tenor más característico de sus relatos. En muchos de ellos se evi- denciaba la culpa de las jóvenes por una conciencia tardía frente a la violencia vivi- da. Las estudiantes asumían que esta conciencia aparecía una vez que la experiencia era relatada por otra persona o como parte de una explicación oída en un foro sobre las violencias de género. Entonces, fui observando como algunas jóvenes convirtieron su tristeza y su rabia en rebeldía frente a la disciplina escolar que el liceo público “de excelencia” definía para mejorar su vida y acceder a la universidad. Cabe preguntarse frente a estas denuncias: ¿Quémejoras? ¿Sobreponerse cada día a la violencia de gé- nero como parte de la vida? ¿Resiliencia de género? Más bien, las jóvenes organizadas en colectivos gestionaron autónomamente un conjunto de acciones de ruptura con la tradición patriarcal e impugnaron el orden escolar, el orden policial de género y de la adultez, desobedeciendo, por ejemplo, el ingreso a clases y congregándose en círculos demujeres, encapuchadas, enunmitin, por ejemplo, enel patio central de su liceo: …nosotras no solo pedimos”, “no acoso en las calles” si no que presen- ciamos un acoso de parte los profesores, de parte de los directivos y que no tiene que ver con violencia en sí misma, sino que tiene que ver con tratos [hacia nosotras] que se ven mucho en el liceo: [por ejemplo] “compórtatecomoseñorita”, “cierra laspiernas”, “esanoes lamanerade sentarse”; como que nos establecen unmodo de ser. (Mujer, 16 años, li- ceomujeres). El disensoqueen la teoríafilosóficadeRancière (2006) aludeal conflictoproducidopor ladesigualdadpolíticaen lacomunidaddiocabidaaunquiebreentreestudiantesydo- centespor causade laconstrucciónheterocentrada, binariayestereotipadadel género, pero también, por causadelmenoscaboqueciertaadultezadultocentrica imponíaa los relatosy reclamaciones juveniles. Se impuso, entonces, el espaciopara ladiscusiónpo- lítica interna (en jóvenes y adultos/as) sobre la construcción de género y proyecciones sobreel significadodeunaeducaciónno sexista. Las acciones juveniles que marcaron la ruptura con las lógicas sexistas que generó el activismosexopolítico implicó, entérminossociales, unconflictoentrepersonasadultas y jóvenes, pues tal proyecto juvenil chocó con la tradición no solo patriarcal, sino tam- bién adultocéntrica que, en las acciones adultas, quiso poner pausa o freno a nuevas interpretacionesymandatosquedesarmabanel ordendegéneroconocidoy funcional. Sin embargo, también hubo espacio para que lasmismas personas adultas conversa- ran, se interiorizarande las alternativas al patriarcado y al adultocentrismo y esteejerci- cio fue clave para revisar al menos dinámicas relacionales con equivalencia relacional y generacional. El diálogo intra e intergeneracional también sepresentóeneste tiempo
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