Juventudes. Miradas sobre adultocentrismo, género y masculinidades [volumen 3]
186 · Capítulo tres: Masculinidades situadas en la incomodidad los cuerpos o algo originalmente existente en los seres humanos, sino el conjunto de efectos producidos en los cuerpos, los comportamientos y las relaciones sociales, en palabras de Foucault, por el despliegue de una tecnología política compleja” (p.6). Ella propone situar a los sujetos constituidos en el género tanto en un andamiaje de poder estructurante —a través de representaciones lingüísticas y culturales—, como “en ex- periencias de relaciones raciales y de clase, además de sexuales; un sujeto, en conse- cuencia, nounificado sinomúltiple y no tantodividido como contradictorio” (p.8) Esta concepción de la generización marcó la orientación en cuanto a la definición de subjetividades masculinas juveniles en tanto abogué por concebirlas como produc- tos de construcciones que no solo son frutos de la socialización patriarcal que en cada sociedad y cultura se reproduce (Gilmore, 1994), sinoque tambiénestánenlazadas con otros factores constitutivos de lo social —como la clase, el lugar de residencia, la raza, entreotros—(Connell, 1997) yque varía según lacoyunturaeconómica, política y social. Enestesentidomeresultófundamental tomaraViverosVigoya (2002) quienafirma: “las masculinidades no hacen referencia a tipos de carácter fijo, sino a configuraciones de prácticas de género surgidas en contextos socioeconómicos y culturalesmuy particu- lares” (p. 370), a locual se leagregaqueestasprácticasseconcretizanen territorio (Chá- vez, 2010). Esta referencia conceptual se articula con la idea de masculinidades como posiciones subjetivas de Connell (1997), las cuales pueden, dinámicamente, inscribirse enel ordenpatriarcal hegemónicode ladominación, oagenciarmodosalternativos. Es- tas visiones apelan al carácter performativo del género, es decir, como un hacer, una “práctica de improvisación en un escenario constrictivo” (Butler, 2012, p.13), que se está haciendo conoparaotros. Estas concepciones se tornan herramientas en pos de, como propone Reguillo (2006), “hacer hablar al género”, en el sentido de que en torno a las subjetividades juveniles masculinas hay tres dimensiones que permiten develar la percepción y la acción dife- rencial entre les jóvenes a saber: el discurso, el espacio y la interacción. A esta dimen- sionalidad, considero que se le puede articular la dimensión corporal-afectiva. Estas dimensiones dan cuenta no de lo que el género “es” para les jóvenes sino de lo que el género produce y configura, es decir, dan cuenta de lo que las posiciones genéricas significan, experimentan, crean, sancionan, y critican. La decisión teórica explicitada en su conjunto aloja, desdemi punto de vista, el desafío de alejarsede la confortable lógica de lamasculinidadestereotipada y adentrarse enel laberintode las contradicciones y las paradojas. En cuanto a la vía metodológica, realicé un trabajo de campo que partió de conversa- ciones en los espacios de participación de estos jóvenes. Para esto se recurrió a notas de campo de observaciones participantes, a entrevistas y modalidades de etnografía visual. Este conjunto propició la producción de narrativas y la posibilidad de mirar/se
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