Historia de la parasitología chilena
107 Revista Parasitología Latinoamericana - Historia de la Parasitología Chilena Capítulo 4 algo de ellos hoy vive en nosotros. Entre estosmaestros, el Dr. ReyesMorales ocupa una posicióndehonor pues, tanta huellamarcó en sus estudiantes, que una buena parte de quienes nos inclinamos por la Parasitología Clínica en el Postgrado, tuvimos el altohonor dehaber sido formados enel Pregradopor él. Lo anterior cobra especial trascendencia al hacer presente que la disciplina de Parasitología, en la década de los ochenta, ya no tenía la relevanciamédica que tuvoendécadas pasadas pues, lamalaria y las enteroparasitosis, grandes causales de lamorbimortalidad en décadas anteriores ya estaban erradicas o controladas justamente gracias a la intervención de grandes parasitólogos y salubristas, entre ellos el Dr. Noé y el Dr. Neghme. Como los recuerdos son muchos, me limitaré a relatar, escuetamente, algunas anécdotas sobre dos docentes: el Prof. Hernán Reyes Morales y el Prof. Víctor Muñoz Flores, ambos ya fallecidos. Sin perjuicio de lo anterior, es de justicia señalar, que de todos quienes integraron ese curso o cátedra guardo los mejores recuerdos. Cabe destacar a los médicos Isabel Noemi Hauck, Beatriz Gottlieb Banner y Pedro Herskovic Lax, profesionales tan destacados como admirados por sus alumnos. Hernán Reyes Morales (1928-2019) Su ejercicio profesional estuvo íntimamente ligado a la docencia. Sus clases eran notables ya sea por la claridad de los contenidos, por las anécdotas que narraba y por sus espaciales dotes de dibujante. Recuerdo, con viva emoción, cómo explicaba los ciclos parasitarios al mismo tiempo que los iba dibujando ordenadamente en el pizarrón, donde nada sobraba ni nada faltaba y el resultado final era una obra de arte pues, toda la clase quedaba expuesta en el pizarrón, en un cuadro estético que aún guardo en la memoria. Concurrir a su oficina era un deleite intelectual. Siempre recibía con gran cordialidad y respondía con un “adelante” a los tímidos llamados que recibía en su puerta. Al ingresar, ahí estaba él, en su escritorio tomando notas o corrigiendo pruebas siempre con un lápiz de minas en su mano. Cuando la consulta calificaba de demasiado estúpida, se tomaba la barbilla, abría el block de notas sin pronunciar palabra y comenzaba a repetir lo ya expresado en la clase. Evitaréelaborar unaenumeraciónde la trayectoriaprofesional yacadémica del Dr. Reyes Morales con el único propósito de evitar repeticiones y me limitaré a relatar algunas anécdotas o reflexiones. Una de las reflexiones que solía relatar decía relación con “el canto rodado de las piedras”. Decía que los golpes tenían la virtud de suavizar los filos de las piedras y agregaba que la sabiduría es de cantos rodados. Nadie es sabio si no ha recibido los golpes del fracaso y la alegría del triunfo. Esa reflexión del Dr. Reyes marcó mi vida para siempre. La anécdota más jocosa que nos relató decía relación con la llegada, a la unidad de Parasitología, de un joven tecnólogo médico, proveniente de Antofagasta y cuyo nombre era Víctor Muñoz Flores.
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