Historia de la parasitología chilena

106 Revista Parasitología Latinoamericana - Historia de la Parasitología Chilena Capítulo 4 Evocar juntosnuestropasadoes repetir emocionesydadoel carácter subjetivo de las mismas, la redacción quedará expuesta al juicio de los lectores y muy especialmente, de aquellos que lo vivimos. Sé que cada relator evocará un episodio común, pero el paso del tiempo lo engalanará de detalles singulares que los hará diferir e incluso estrellarse en contradicciones, es un riesgo que me genera pudor, pero también una buena cuota de temor. Corría el año 1982 y los alumnos de la carrera de medicina de la Sede Oriente iniciábamos nuestro tercer año de estudios regulares. El currículo del tercer año contenía el curso de Parasitología y con ello, nuestramonótona vida, atiborrada de números y fórmulas, sufrió un cambio radical. La Unidad de Parasitología ocupaba uno de los cuatro edificios que la facultadposeíaen lacalleCondell, en lacomunadeProvidencia, el denominado edificio Yarur. Todas las clases de Parasitología de Pregrado se desarrollaron en el auditorio ubicado en la segunda planta de esa casa que nos invitaba a navegar por la inmensidad de lamedicina. El salón de clases poseía grandes ventanales cuya apertura permitían el egreso hacia una gran terraza cuyas escalinatas terminaban en un jardín bien cuidado y que ninguno de nosotros habría osado maltratar. El jefe de la unidad era el Prof. Dr. Hernán Reyes Morales. El Dr. Reyes Morales era, sin duda, un hombre dueño de la combinación áurea entre afabilidad, sabiduría, capacidad pedagógica y rigor científico. Su autoridad era evidente, pues bastaba su ingreso al salón de clases para que la audiencia guardara silencio instantáneo, corriera a su asiento, abriera su cuaderno de apuntes y se concentrara en la clase. Todo sucedía en un único acto: él ingresaba y se hacía el silencio. Era la década de los ochenta y los profesores de las unidades o cátedras constituían el gran reservorio del conocimiento empírico, ellos relataban sucesos vividos y no simplemente extraídos de los libros y revistas. En palabras actuales, ellos constituían la “Big Data” actual y los motores que orientaban la búsqueda y resolvían las inquietudes de sus alumnos. El Hospital del Salvador era un hervidero demédicos connotados, quienes influyeron profundamente en nuestra forma de ejercer la profesión y hoy, con la perspectiva que solo da el paso del tiempo, nos damos cuenta y nos sorprendemos repitiendoalgunosde los ritualesdenuestrosmaestros, porque Silvana Corona Spedaliere Visión de la Parasitología Oriente y Sur

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