Libro blanco del audiovisual comunitario en Chile
272 Chiara Sáez y Jorge Avilés hemos dado con una clave que puede resultar visionaria e incluso incomprensible para algunos, y es: la importan- cia de anclar el ejercicio del audiovisual comunitario a organizaciones culturales comunitarias que desarrollan los derechos comunicativos de las organizaciones antes que a televisiones comunitarias como proyectos exclusi- vamente mediáticos. Concibiendo el uso y apropiación de la televisión como un soporte no excluyente, que habilite a las comunidades en un proceso más amplio de alfabetización mediática y conectando los procesos de desarrollo comunitario con los procesos de convergencia de las comunicaciones. Esta propuesta de otorgar mayor centralidad al Ministerio de las artes, las culturas y el patrimonio (Mincap) en la relación con el Estado no sig- nifica dejar de lado la relación de los medios comunitarios con el resto de las instituciones públicas con las cuales ya existen relaciones, acuerdos o fondos disponibles, respecto de las cuales existen distintos aspectos por mejorar. Más bien se trata de jerarquizar problemas y soluciones, así como de asegurar una relación de múltiples partes, de modo de no depender de una única institución pública: la cuestión de la sostenibilidad en el tiempo no la resuelve ninguno de los otros fondos a los que pueden optar las televisiones u otros medios comunitarios. Estos otros fondos responden a cuestiones específicas —creación de contenidos, adquisición de equipo técnico, compra de antenas, por ejemplo— pero no tocan las condiciones estructurales de las televisiones en tanto organizaciones comunitarias. Como se señaló en el capítulo 5, esta es una propuesta práctica, en el sentido que no espera la
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