Libro blanco del audiovisual comunitario en Chile
164 Chiara Sáez y Jorge Avilés desde los oficios, las artes o las vivencias sociales. No solamente el tema de la delincuencia o del narco, no digo que estos no son problemas, pero cuando creamos una comunidad sana o que se auto reconoce en sus valores, tiene la capacidad de solucionar estos problemas [...]. La educación como experiencia integral del ser humano abre expectativas y espacios que evitan la delincuencia, la drogadicción, la violencia, el alcoholismo y el abuso. Tenemos una responsabilidad como comunicadores au- diovisuales en el uso de este lenguaje para no solamente mostrarle al otro lo que no hace, sino para construir un diálogo comunitario que empodere a la comunidad y a sus organizaciones. Y en ese empoderamiento, podrán resolver los problemas que tienen”. (Integrante canal I de la región de La Araucanía). “Creo que de las prácticas que se deben cambiar, en mi caso, es el tema de ir delegando. Porque era yo quien hacía el circo pobre y Chamorro. Digamos las cosas como son. Sin embargo, a medida que íbamos conver- sando con los integrantes del canal nos dimos cuenta que cada uno podía tener un rol según las habilidades y disponibilidad de tiempo. Esto me hizo sentir aliviado en el sentido de no tener que estar involucrado en todas las labores. (...) Uno puede enseñar a canalizar ciertas cosas, pero también uno va aprendiendo de los demás, simplemente con el hacer de las cosas [...] Creo que nos falta mayor coordinación, mayor capacidad para comunicarnos entre los integrantes de la Asociación y esto podría permitir compartir y rescatar contenidos”. (Integrante canal de la región del Biobío). “El desafío que me presentó este espacio de formación fue que todos tenemos subjetividades que, con el tiempo, se expresan en algún lado. Nadie es dueño de la verdad [...]. Lo otro que pienso es que los canales comunita- rios deberíamos definir al menos ciertas orientaciones
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