Perspectivas del multilateralismo

Seguridad y derechos humanos en América 57 distintos puntos del continente, apoyando financieramente a los grupos radicales que se encuentran operando en otros continentes. Los Estados, como parte de sus políticas de seguridad, además de mitigar los efectos del terrorismo, prevenir y erradicar los grupos terroristas, en cuyo contexto deben evitar y detener que terceros vulneren los derechos humanos de la población, de igual manera deben realizar sus acciones en el marco del respeto de los derechos humanos al proceder en sus operativos, investigaciones y procesos judiciales de juzgamiento de posibles agentes terroristas, en los que de manera categórica, derechos fundamentales como el derecho a la vida, a la integridad, al debido proceso, entre otros, no pueden ser violados en razón de la seguridad. La privación arbitraria de la vida, por uso excesivo o despro- porcional de la fuerza por parte del Estado, así como las ejecuciones sumarias, son violaciones al derecho humano más básico y como lo ha destacado la Corte Interamericana de Derechos Humanos (2009): independientemente de la gravedad de ciertas acciones y de la culpabilidad de quienes cometen ciertos delitos, el poder del Estado no es ilimitado, ni puede el Estado recurrir a cualquier medio para alcanzar sus fines. El Estado está sometido a la ley y a la moral. El irrespeto por la dignidad humana no puede servir de base para ninguna acción del Estado. Grupos criminales de base penitenciaria En el Informe de Insight Crime , «The Prison Dilemma: Latin America’s Incubators of Organized Crime», de manera contundente se afirma que la situación de los establecimientos penitenciarios en América Latina y el Caribe están en crisis (2017). Abuso con la prisión preventiva, hacinamiento, condiciones insalubres, abuso de poder, tortura, corrupción por parte de las autoridades, son parte del contexto en que los Estados deben ingeniárselas para lograr la rehabilitación de los reclusos. Como señala el documento mencionado, las cárceles se han con- vertido en verdaderas incubadoras para el crimen organizado, inclusive

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