¿Crisis del sistema internacional? Reflexiones sobre el multilateralismo

Aníbal Mella 302 mejorar el bienestar de las personas a lo largo de sus vidas. Permite nuevas formas de comunicación, entretenimiento, expresión y co- laboración. Permite el acceso a servicios donde faltan los servicios tradicionales, el acceso a una enorme cantidad de conocimientos, recursos de aprendizaje y oportunidades laborales. Todo este cambio en los procesos de tecnologización y digitali- zación parecen traer consigo como gran beneficiado al consumidor de estos, siendo el primer aparente «ganador» en esta revolución. No obstante, no bien se entiende la magnitud y la extensión que tiene este proceso, hay que entender que viene aparejado de un cambio de paradigma respecto a cómo se vinculan los procesos productivos «antiguos» con los nos «nuevos», como se desarrolla el espacio de transición y junto con esto, que rol ocupan las políticas públicas. Esto porque la transformación no ocurre basada en pequeñas trans- formaciones separadas de las otras, sino que trae consigo un cambio de paradigma en el cómo se relación lo físico con lo digital, y gracias a esto, a la forma en que estamos conectados en simultáneo por dos canales: el físico que ocurre a una velocidad, en relación con el segundo va a una considerable mayor velocidad. Dicho esto, el gran problema que podría tener este proceso de integración de un nuevo paradigma es un problema de velocidad, o de ritmo entre ambos canales. Es decir, la velocidad con que esta trans- formación viene sucediendo y, junto con ellos, los procesos sociales, que requieren de una acción rápida respecto a la regularización de los mismos. Y es que, si bien los procesos sociales son históricamente más veloces que la institución, este proceso de innovación respecto a las tecnologías digitales, se ha visto aún más rápido que las mismas estructuras sociales y, por ende, también que las instituciones; y, por tanto, afectan a las mismas, a los policymakers, a la sociedad e incluso a las futuras generaciones. «Ya el propio concepto revolu- ción, por una cierta contraposición a evolución, implica un cambio rápido y drástico, un cambio profundo, generalmente violento en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad» (Sánchez, 2022).

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