¿Crisis del sistema internacional? Reflexiones sobre el multilateralismo
Aníbal Mella 296 contexto donde se difunden y usan las tecnologías (Martínez, Palma & Velásquez, 2020, 11). Dicho lo anterior, la historia comprueba empíricamente el postulado. Una revolución industrial puede entenderse como un momento de la historia en que los cambios en las tecnologías han sido evidentes, y han tenido impactos en la sociedad. Y es que luego de la invención de la imprenta, la primera revo- lución industrial en el siglo XVIII, y la introducción de la tracción hidráulica y de vapor, teniendo el carbón como principal combustible, dio paso a la transformación productiva en relación a la forma de ejecución y el tiempo de producción. Es decir, lo que se hacía por manos humanas ahora se fabricada por máquinas. Junto con esto, trajo la consolidación del poder económico y militar del imperio británico, y consigo diversas manifestación artísticas y culturales que son sustento para corrientes de hoy en día. Sin ir más lejos, el Romanticismo, movimiento que tiene sus orígenes en Reino Unido, es una crítica constante a la velocidad y el desenfreno que parecía en esa época traer la primera revolución industrial respecto al modo de vivir. Posterior a esto, la segunda revolución industrial, junto con sus avances en la producción en serie y los sistemas eléctricos, que tenien- do como fuente principal el petróleo, además de generar sociedades más mecanizadas, contribuyó de manera sustantiva al desarrollo y la hegemonía de Estados europeos en el sistema internacional, y tal como la historia del arte señala, se generaron diversos movimientos culturales en relación a una crítica asociada a este momento. Ya a mediados del siglo XX, la tercera revolución industrial, iniciada aproximadamente en los sesenta, aparejada de la microelec- trónica y las tecnologías de la información (nace internet), consolidó el camino de la hegemonía tecnológica, militar y cultural de Estados Unidos en un sistema unipolar, en el que la influencia del país nortea- mericano en un mundo cada vez más interconectado y automatizado, y con temor a las guerras y la energía nuclear, era sólida. Con todo esto, y ya en el tercer milenio, no es de sorprenderse entonces que hoy se hable de una cuarta revolución industrial o
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