El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?
438 Karin Ermter, Manuela Guerrero Varios docentes corroboran este cambio en el trato y describen al director como una persona cercana a sus inquietudes y dispuesto a darles un mayor reconocimiento por sus logros: «[El director] es como bien preocupado. A un amigo le falleció el papá. Y yo, todo com- plicado, fui a hablar con el director para pedirle permiso para acompañar a mi amigo al funeral. Y cuando llego, el director me dice ‘Está súper bien que vayas, no te preocupes, si tu amigo está muy mal me avisas por teléfono’. El lado humano también es súper importante en estos procesos formativos, y también a nosotros nos da una motivación» (profesor). «A mí me han llegado cartas de felicitaciones. Te dan reconocimiento, o cuando se hace algo positivo, se informa en el consejo, entonces, ‘la profesora tanto hizo esto’, o ‘el profesor tan- to logró esto’. Entonces, también la comunidad se va informando de esas cosas» (profesora). Finalmente, el director legitima los canales de participación de los profesores, es- tudiantes y apoderados, manteniendo un diálogo permanente con sus representantes electos: «Yo soy el representante gremial de los profes, y en el otro liceo donde estaba, yo tuve un montón de problemas con el director, por lo mismo, porque él miraba la situación gremial de manera distinta, como en contra. Y acá el director es accesible. Es muy distinta la dis- posición que tiene el director frente a nuestra organización, y comprende tambi é n lo nece- sario que es que nosotros nos organicemos para poder conseguir algo en cualquier ámbito. Entonces, nos da los espacios. Incluso hay veces en que él mismo pregunta ‘¿cómo va la situación?, ¿qué información tienen?’ Como que él tambi é n está al tanto y bien preocupado de nosotros» (profesor). «Se hacen reuniones con el director y ahí se proponen los temas de interés de los chiquillos. Cualquier propuesta se la presentamos por escrito y lo conversamos con él antes. Evaluamos qué puede ser, qué no puede ser. Y lo bueno es que es comprensivo y nos apoya» (alumnos del CEAL). «Lo bonito es que don Humberto, a nosotros, nos integró como comunidad. Dirección, profesores, alumnos y apoderados, paradocencia, auxiliares; para nosotros todo es una co- munidad. Entonces, es bueno y nos escuchamos» (apoderada). Desafíos pendientes en el ámbito de la convivencia Pese a los esfuerzos por mejorar el clima laboral, en el liceo subsiste una división en dos grupos que encarnan culturas diferentes; que atraviesa al equipo directivo y al esta- mento de profesores generalistas. Esta deriva en parte de las heridas que dejó la salida de profesores antiguos, así como de las tensiones asociadas al cambio de estilo de trabajo que impulsa el director. Por una parte, existe un grupo de profesores y algunos directi- vos, que vienen del Liceo B-10 y ostentan una larga trayectoria en el sistema munici- pal; por otra, un grupo de profesores jóvenes y con menos experiencia docente que, en
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