El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?
434 Karin Ermter, Manuela Guerrero G estión del clima y convivencia escolar Los profesores que trabajaron con la directora Sciaraffia recalcan el buen clima labo- ral bajo su gestión y la recuerdan como una persona entusiasta y carismática, compro- metida con sus alumnos y con buena llegada a los docentes. Esta visión contrasta con la de los apoderados: «Ella pasaba por su oficinita nomás, no era de terreno» (apoderada). Con la llegada del director Montiel el clima cambió; según los profesores, era una persona también cercana a la edad de jubilación que, a diferencia de su predecesora, mantenía un trato más distante y exigente: «Nuestro director anterior, por Dios que era odioso, pero odioso en cuanto a que quería casi la perfección, que la gente nos conociera en forma positiva y si él tenía que trabajar solo, lo hacía solo» (profesora). Sin embargo, el director cultivaba una relación cercana con los apoderados, a los que involucraba en los múltiples proyectos de mejoramiento del liceo: «Con don Linconber trabajamos bien, porque nos llamó y dijo ‘mira, a mí me gusta trabajar así, blablablá’. Nos integró, porque antes nosotros andábamos más como voceras. ‘Señores del Centro General de Padres, ¿saben qué? Tal día vamos a hacer esto. ¿Qué les parece? Va- mos a hacer un proyecto’. Informar, informar» (apoderada). En el ámbito de la convivencia escolar, el director Montiel se enfocaba en crear un ambiente ordenado mediante la aplicación de un sistema de sanciones que aseguraran el cumplimiento de las normas disciplinarias: «La convivencia escolar [en esa época] tenía que ver con las sanciones punitivas, etc. A mí me daba más resultados hacerme amigo de los alumnos, en el sentido de comprometerlos con el liceo, que cambien ellos por voluntad y no porque los estén presionando» (subdirec- tor). Al asumir en el cargo el director Pizarro, se encuentra con que el enfoque discipli- nario estricto de su predecesor no ha tenido los efectos deseados y ha redundado en «un liceo complicado en términos de disciplina, laboral y de alumnos» . Esta visión es corro- borada por los apoderados, para quienes es evidente el incumplimiento de horarios y el desaseo del establecimiento en este período. El nuevo equipo directivo estima que el au- sentismo y la desafección de alumnos y docentes es preocupante, y que los mecanismos punitivos de control conductual que emplean muchos profesores son inefectivos, por lo que se concentra en el mejoramiento de la convivencia escolar. Tanto el PEI como el antiguo reglamento se actualizan con la participación de toda la comunidad escolar, para alinearlo con nuevas disposiciones legales e incorporar proto- colos para trabajar con situaciones emergentes, y se le da un enfoque formativo, donde las normas se orientan con mayor énfasis a los logros y habilidades de los alumnos y al fortalecimiento de su autoestima:
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