El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?

420 Karin Ermter, Manuela Guerrero estudiantiles en la comuna, que motivaron a una parte de los alumnos a no rendir el Simce como una forma de presionar por sus reivindicaciones. Respecto a los resultados en la PSU, estos también muestran una tendencia creciente que se interrumpe en 2012 (por ejemplo, en Lenguaje aumentó de 392 a 454 entre 2005 y 2011), con una fuerte caída de los puntajes en Lenguaje, Historia y Ciencias, y que se recupera posteriormente, sin volver a alcanzar aún los niveles de 2011. El número de alumnos que rinde dichas pruebas desciende bruscamente en 2007, reflejando la pérdida de matrícula del liceo debido al traslado de los alumnos del anexo a otro establecimiento. Focos de la gestión pedagógica a través del tiempo Debido al continuo recambio de docentes a lo largo del tiempo, sobre todo en 2004, año en que un contingente significativo se acoge a jubilación, existe poca información sobre la gestión académica de los directores y jefes técnicos de los tiempos iniciales del liceo, así como sobre las prácticas pedagógicas empleadas por los docentes en aula. Con posterioridad al traslado a Calama y la renovación del equipo directivo, la nueva jefatura técnica aumenta el control administrativo sobre la labor docente (entrega de planificaciones, evaluaciones, etc.), y renueva parcialmente la planta, contratando algunos profesores de excelencia para los cursos que deben rendir el Simce. Este foco en la mejora de resultados en las evaluaciones externas se mantiene hasta hoy y forma parte de la estrategia de posicionamiento del liceo en un entorno más competitivo al que existía en Chuquicamata, con una mayor cantidad de establecimientos que se disputan la matrícula, tal como lo indica una profesora: «Todos los equipos están como destinados [a] la preparación de pruebas Simce. Los departamentos que están involucrados le dan firme y duro». La política de buscar el mejoramiento académico, principalmente a través del tra- bajo individual de algunos docentes «estrella», pronto revela su poca sustentabilidad. En 2010 la salida del liceo de una destacada profesora de Lenguaje, en la cual descansaba la preparación de todos los cursos de 2° medio para el Simce, genera una pequeña cri- sis: como trabaja sola, sus competencias no han contribuido a crear en los otros cuatro docentes de su asignatura «una impronta de trabajo, un sistema de trabajo» (profesor). Reconociendo este hecho, la jefatura técnica se alía con uno de los profesores recién llegados, quien trae experiencia de trabajo colaborativo del liceo en el que se había des- empeñado. Ambos redoblan sus esfuerzos para convencer a los otros docentes del De- partamento de Lenguaje de la conveniencia de cambiar sus prácticas de trabajo aislado, usando diversas estrategias motivacionales que van desde la generación de confianzas personales y el fomento del espíritu competitivo, hasta el incentivo económico asociado al bono de excelencia académica: «Conversamos y conversamos con la UTP [y] vimos que se podía trabajar en equipo. Se dieron cuenta de que tener a una sola profesora con todos los 2º no es bueno y el

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