El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?
387 «creer para ver»: derribando sus propios límites Una segunda familia El Liceo Fenner es visto por la comunidad escolar como una segunda familia, donde es posible encontrar seguridad, confianza, acogida y bienestar, lo que puede ser percibido desde el exterior como una cierta relación paternalista. «También quisiera destacar que la mayoría de los profesores se preocupa por los alumnos (…) no es tanto enseñar contenidos, contenidos, también se preocupan por cómo van evo- lucionando (…) con algunos profes se forma como un lazo de familia, es como si, por lo menos algunas profesores toman el rol de mamá, y algunos profes toman el rol de papá o de amigo; hay algunos profes que son muy amigos de uno, y se forman un ambiente familiar» (estudiantes). Una de las primeras preocupaciones de la colectividad fue construir una buena rela- ción con los padres y cuidadores de los estudiantes. Para las situaciones más complejas se cuenta con una asistente social que visita a las familias. Asimismo, en caso de necesidad, los centros de alumnos, padres y la comunidad en general, realizan colectas o campañas similares, entre otras acciones que hacen que el establecimiento sea parte activa de la red de apoyo de las familias. El liceo utiliza las instancias de encuentro entre estudiantes para proveer un espacio contenedor que compense la temprana separación de sus familias, lo que les ha permi- tido disminuir la deserción escolar a alrededor del 1,5% en los últimos años. Con este objetivo, los cursos de 1° medio se estructuran por afinidad, de acuerdo a la zona de procedencia de los alumnos, el tipo de régimen al que adscriben (internado o no) y su re- ligión. En palabras de un estudiante, «siempre he estado interno acá y mis cursos siempre me han tocado que somos todos internos, entonces siempre hemos sido bien unidos». Igualmente, se realiza un fuerte trabajo en el internado con vistas a facilitar la rá- pida adaptación de los estudiantes. Por ejemplo, se acuerdan tempranamente reglas de convivencia, rutinas de cuidado personal y de estudio, así como intervenciones de con- tención grupal y apoyo desde los alumnos de cursos superiores. Dentro de estas activida- des, la realización de talleres que cubran la jornada diurna de los estudiantes permite que estos se mantengan activos y socialicen con sus compañeros. No obstante, los jóvenes afirman que las condiciones materiales del internado son mejorables en lo referente a calefacción, agua caliente, alimentación y uso de las instalaciones. Todas estas estrategias han permitido que tanto los alumnos del internado como los «externos» establezcan buenas relaciones entre sí, aunque el vínculo entre estudiantes del internado suele ser más fuerte, llegando a considerarse «como si fueran hermanos». La relación entre alumnos de distintos cursos también se ve facilitada por las actividades extracurriculares y la reorganización de los cursos en 3° medio, por lo cual los jóvenes afirman que pese a ser un liceo grande, llegan a conocer a casi todos los alumnos. Pese a este espíritu familiar, existiría una cierta tensión entre algunos grupos de estudiantes, de acuerdo a las identidades juveniles a las que responden. Por un lado, se
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