El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?

La dignificación de la experiencia educativa técnica en el mundo rural 345 1° medio de esta especialidad llegó a tener catorce alumnos integrados. La cifra actual de alumnos en el PIE está en el máximo que permite el programa. Además de los estudiantes formalmente acogidos por el PIE, el programa atiende a un conjunto de entre diez y veinte jóvenes de todos los cursos, que no reciben subven- ción, porque además de exceder el máximo de alumnos permitido por ley, no cuentan con un diagnóstico de NEE. Algunos están en el programa por baja motivación o pro- blemas personales o familiares que afectan temporalmente su rendimiento. En casos así, además de participar del plan de actividades pedagógicas del programa, los alumnos son atendidos por un psicólogo y una asistente social, a la vez que son monitoreados de cerca por cada profesor acompañante. En el programa trabajan siete profesionales (educadoras diferenciales, psicopedago- gas y psicóloga) en coordinación directa con la dupla psicosocial del liceo. El PIE está articulado con el trabajo regular en aula que realizan los profesores. Si bien en un primer momento la irrupción de las educadoras en la sala de clases causó extrañeza y hasta resis- tencia, hoy los docentes aceptan y valoran ayuda. «Uno como profesor dice ‘ah, pero ¿cómo no va a entender si yo le estoy explicando con manzanas?’, pero a lo mejor otro lo entiende con naranjas; hay niños que son diferentes y que entienden diferente, y tenemos cursos de 30-40 niños, entonces que alguien te pueda ayudar ‘¿sabís qué? hagamos esto, hagamos esto’, es muy bueno» (profesores). Además de atender semanalmente a los alumnos del programa en la sala de recursos, las profesionales del PIE trabajan dentro de la sala de clases con todos los estudiantes, aunque preocupándose de potenciar especialmente a aquellos con más dificultades, a quienes brindan apoyo directo en sus puestos. El programa también es de utilidad para abordar casos de indisciplina y motivación al interior del aula. «Antiguamente cuando un cabro molestaba, antes que llegaran los PIE, uno decía «ya ¿sabís qué más? Anda pa’ otro lado, anda a dar una vuelta», no sé, uno los podía sacar de la sala pa’ no perjudicar al resto, pero con esto los chiquillos quedaban dando vueltas afuera no más. Ahora les decimos ‘¿sabís qué? Ándate pa’ allá al PIE’, y ahí las PIE trataban de sacarle toda la información, qué le pasa, por qué no trabaja» (equipo directivo). Desde 2016 el programa tiene horas de colaboración con los departamentos de asignatura de formación general para revisar contenidos y ajustar las planificaciones. La institución sigue un modelo de planificación diversificada, es decir, contemplando dife- rentes ritmos y formas de aprendizaje. De ser necesario, las educadoras del PIE realizan intervenciones personalizadas. El objetivo del PIE en el liceo es trabajar colaborativa- mente con los profesores y realizar codocencia; sin embargo, estos, aun cuando valoran este apoyo, acusan la falta de especialización de las educadoras en las materias propias de enseñanza media, señalando que muchas veces, las horas de colaboración son utilizadas para explicarles estos contenidos.

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