El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?

295 adaptándose y enfrentando estratégicamente los desafíos profesor; por lo general se trata de docentes antiguos con contrato de trabajo indefinido, aunque sin lograr introducir mayores cambios o mejoras significativas. C lima escolar positivo En general, al interior del LAV existe una muy buena convivencia escolar, caracte- rizada por la cordialidad, amabilidad y respeto entre los distintos actores. Los profesores aseguran sentirse contentos de trabajar en la organización y los estudiantes se identifican con ella, comentando su gusto de pasar el tiempo en estos espacios, donde además de estudiar juegan taca-taca, practican baby fútbol, gimnasia y forman parte de una banda de música, entre otras actividades. Un líder estudiantil declara: «Personalmente lo que más destaco de este liceo es la calidad de las personas que hay aquí adentro, la buena gente que hay aquí, porque los profesores son muy amables, son todos respetuosos con nosotros». De acuerdo al testimonio de los estudiantes, no existen graves problemas de convi- vencia entre pares: «Eso tampoco casi no se da acá, o sea, la pelea o cosas así como cosas muy graves entre los mismos compañeros. Yo por ejemplo acá no lo he visto». Más allá de las características personales de los alumnos, estas formas de interrelación se explican por la existencia de un plan de convivencia armónico y dialogante. No obstante, el am- biente escolar se caracteriza también por una vinculación vertical y paternalista, sobre todo desde los adultos más antiguos y mayores hacia los estudiantes, lo que constituiría un desafío futuro para el liceo. La visión que prevalece desde estos adultos respecto a los jóvenes es principalmente conservadora, protectora y con una marcada visión adultocén- trica . Varios estudiantes comentaron que si algo no les agrada del liceo es «la mente tan cerrada» que tienen algunos directivos y profesores y que algo que les gustaría cambiar sería justamente «el que sean más abiertos». Así, en algunos casos se aprecia un bajo reconocimiento de las necesidades, discursos e identidades juveniles en términos, por ejemplo, del uso de maquillaje, del largo del pelo en los hombres, de aceptación a la diversidad sexual y de demostración de afec- to entre las parejas del liceo, tal como lo señaló un estudiante: «Por ejemplo, yo tenía abrazada a una compañera, estábamos abrazándonos y pasó la dirección y me dijeron ‘Suéltala, está es el aula del liceo, más respeto’ y se fueron. Y yo quedé como ‘pero si no estoy haciendo nada’». Este patrón, no obstante, es desafiado por la presencia de profesores más jóvenes, quienes son conscientes de los cambios en la sociedad chilena y han intentado disminuir el malentendido generacional, tratando de influir en sus colegas mayores y de promover nuevas políticas en el liceo. Por ejemplo, uno de los profesionales jóvenes conversó con sus colegas sobre la necesidad de educar a los jóvenes en el ejercicio de una sexualidad responsable, recomendando el uso de condones e incluso entregándolos directamente. A su vez, algunos estudiantes después de haber ido el año pasado a una capacitación sobre sexualidad, pegaron en los espacios comunes del liceo afiches alusivos a la diversidad

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