El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?

284 Andrea Flanagan, Suyen Quezada consumo de drogas, ni graves desajustes conductuales, agresiones o peleas físicas entre los estudiantes, tal como lo manifiestan los apoderados: «No se han visto cosas incómo- das como en otros lados… peleas, riñas de alumnos…». El estudiantado es caracterizado en forma similar por los diferentes actores educativos. Para el director son «excelentes personas, respetuosos» y el psicólogo los describe como «súper sanos y calmados». Los estudiantes destacan la promoción de una formación no solo basada en el desarrollo de habilidades cognitivas, sino también en aspectos valóricos y de competencias blandas como «la responsabilidad, el respeto, el ser colaborativo...». Por contraste, son conscien- tes de las diferentes condiciones que pueden encontrarse en otros lugares. Por ejemplo, cuando tuvieron la oportunidad de visitar otro establecimiento de la región comentaron: «Nos bajamos [del bus] y estaban en clases y vi a uno fumando y el profesor iba, le cerraba la ventana y las cortinas... volvía al pizarrón y ellos volvían a abrir la ventana, sacaban la mano con el cigarro y empezaban a gritar cosas para afuera. Las ventanas incluso tenían una reja, yo vi como tres personas acostadas con los pies contra el vidrio» (alumno). «Un ambiente raro, muy perturbador... había alguien que tenía un libro de clases y lo estaba rompiendo» (alumna). Las características personales de los estudiantes son compartidas por el resto de los actores de la comunidad educativa, constituyéndose en un elemento característico de la institución, que es sostenido desde sus bases a través de políticas y acciones que apuntan a la preservación de un clima escolar positivo. En su Proyecto Educativo Institucional (PEI) –actualizado en abril de 2016– se especifica que la tolerancia, el respeto mutuo y la sana convivencia constituyen objetivos formativos. Asimismo, el buen clima, tanto escolar como organizacional, forma parte de las políticas permanentes del liceo señaladas en el mismo documento. En general, existe un ambiente de comunidad y pertenencia; todos se conocen, tienen amigos y les agrada ir a estudiar o trabajar en el liceo. Así, por ejemplo, los jóvenes señalan que cuando llega un estudiante nuevo, «todos se acercan a hablarle para recibirlo… Después lo hacemos amigo de nosotros». Este sentido de pertenencia se refuerza por el hecho de que el colegio dicta todos los niveles de la enseñanza, incluyendo prekínder, gracias a lo cual los estudiantes pasan allí toda su vida escolar, estableciendo relaciones de amistad significativas. Así, todos los alumnos entrevistados indican que, a pesar de haber tenido la posibilidad de cambiarse de establecimiento, no lo habían hecho por los amigos que tenían en el LAV. Este último factor hace que el colegio sea visto por muchos actores como un todo, lo que es bien valorado. Al preguntarle a los estudiantes por qué habían escogido el liceo para estudiar, uno señaló: «Este es un colegio completo, tiene desde prekínder hasta cuarto medio». Lejos de constituir un espacio cerrado solo para trabajadores, apoderados y estu- diantes, desde la dirección se promueve una práctica de puertas abiertas a la comunidad, lo que, al estrechar el vínculo con ella, constituye un elemento que favorece el mejora- miento escolar (Bellei et al., 2015).

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