El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?
el valor de la comunidad 277 V. C onclusiones En las distintas entrevistas y conversaciones se ha podido observar que el cuerpo do- cente y directivo construye un relato sobre su historia donde se identifica un momento de inflexión importante. Sin perjuicio de lo anterior, no es posible rastrear un curso de mejora sostenido en el tiempo. Esto no trae consigo un cuestionamiento a su situación actual como establecimiento de educación secundaria. Por el contrario, los actores ma- nifiestan orgullo y valoración por lo que han construido. En ese sentido, los principales ejes sobre los que hoy se sostiene esta experiencia escolar fueron levantados a partir de la implementación del proyecto Montegrande, que adquiere, por lo mismo, el carácter de hito fundacional en este liceo. Este orgullo deriva, en primer término, de constituir un espacio escolar capaz de satisfacer las necesidades de la comunidad a que ellos mismos pertenecen. Los resultados académicos y de ingreso a la educación superior avalan esta percepción mayoritaria en el establecimiento y en la comuna. La valoración del liceo por parte de los habitantes de la comuna se explica por el hecho de que casi todos han pasado o lo harán –en el caso de los niños–, por sus aulas. Esta fuerte identificación con el contexto remite a una comprensión profunda de los códigos culturales de la comunidad. Los profesores están comprometidos por hacer bien su trabajo, pero apuntan al mismo tiempo al progreso de su propia comunidad. Ser el único liceo de la comuna incrementa este sentido de responsabilidad. Otro aspecto esencial de este liceo es que se encuentra protegido de los tradicio- nales mecanismos de mercado que rigen al sistema escolar en Chile desde los últimos treinta años. Los incentivos por mejorar, en el caso de los directivos, no responden a una preocupación alimentada por la competencia con otros establecimientos, sino que aparecen de forma genuina, no sin cierta lentitud a veces, como estrategias de respuesta a los procesos pedagógicos que consideran deficitarios. Así surgieron las salas temáticas, se cambiaron los planes y programas, y desde hace un par de años, se repuso la estructura de trabajo de los departamentos. En este marco, y en una institución que se ve a sí misma como innovadora y de calidad, el liderazgo pedagógico parece llevarlo el propio cuerpo docente. Ayudan a esto las relaciones de confianza en sus capacidades. En términos de los resultados, el establecimiento se ha posicionado como un esta- blecimiento capaz de generar aprendizajes y ofrecer oportunidades a sus estudiantes para continuar estudios en la educación superior. El porcentaje de alumnos que se inscribe en universidades, centros de formación técnica e institutos profesionales es, ciertamente, mayor al esperable si se atiende a su contexto socioeconómico y al capital cultural de sus familias. Lo anterior cobra relevancia ante la ausencia de mecanismos de selección del estudiantado al inicio, o de una voluntad de descartar en el camino a aquellos que son más difíciles de educar.
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