El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?
el valor de la comunidad 259 «Teníamos las necesidades, con el Proyecto Montegrande en marcha, los alumnos en me- dia jornada. Dijimos ‘no, aquí tenemos que ingresar a Jornada Escolar Completa y ver la forma de cómo’. Y empezamos a tener este diseño que tenemos hoy día, que empezamos a construir salas por año, con recursos propios y todo, le fuimos dando, dando... y yo presen- tándole al municipio ‘que necesito plata para construir’, y después construimos aquí, que este era un espacio solo. (…) postulamos al Ministerio. Los profesores se sintieron más có- modos, más estables, se entusiasmaron también, y eso tomó una dinámica distinta. Bueno, y la última construcción [se hizo] cuando yo termino en el DAEM. El año 2008 se hizo este segundo piso» (inspector, exjefe DAEM). La incorporación a la JEC trajo consigo mejoras en los contratos y en la estabilidad de los profesores, permitiendo que muchos pasaran a jornada completa con mejores ingresos. La extensión de jornada permitió también que los estudiantes permanecieran más horas en el liceo, ocupando parte de ese tiempo en talleres extracurriculares. Al igual que en muchas otras partes del país, este cambio se interpretó positivamente como una alternativa para proteger a los alumnos de eventuales problemas sociales del entorno. «[Antes de la JEC] los alumnos terminaban a las dos de la tarde y después no hacían nada, inclusive podríamos tener el asunto del vicio, de la droga, el alcohol sobre todo, entonces teníamos adolescentes muy expuestos en una jornada completa en la tarde (…) Otra riqueza que tenía, o que le vimos, ¿no cierto?, a la jornada escolar completa, fue que los profesores siempre andaban preocupados por sus ingresos (…) entonces dije ‘mira, aquí hay otra cosa positiva, de 33 horas, ¿no cierto?, vamos a subir a 42, y los de básica de 30 vamos a subirle a 38, o sea los profesores van a tener el horario completo, van a ganar más plata, se van a comprometer, ¡pum!, esa es la otra mirada, y la tercera mirada, ¿no cierto?, que vimos en esta propuesta: el mayor ingreso de la subvención» (inspector, exjefe DAEM). Desde fines de los años noventa, distintos programas estatales contribuyeron a me- jorar las condiciones en las que se educaban los estudiantes de las comunas rurales. En el caso del Liceo Hualañé, junto a la elevada inversión pública recibida por su participación en el Proyecto Montegrande, también fue importante, según los profesores, la llegada de Enlaces, que pudo darles «oportunidades a todos», al instalar internet en el estableci- miento. Otra medida relevante fue garantizar el transporte escolar a los niños y jóvenes de los sectores rurales de la comuna. Para esto, el municipio compró minibuses, lo que mejoró el rendimiento y la asistencia. Los actores de la escuela coinciden en que las dife- rencias de su oferta educativa respecto a los colegios urbanos fueron disminuyendo junto a las mejoras en infraestructura y el acceso a nuevos recursos pedagógicos. En la última década, la llegada de recursos frescos provenientes de la Ley de Sub- vención Escolar Preferencial (SEP) y el Decreto 170 permitió mejorar la atención a los estudiantes con dificultades económicas o con necesidades educativas especiales. Así, se contrataron docentes para talleres extracurriculares, acompañantes de aula en distintas asignaturas y se incrementó el número de horas de los profesores ya contratados. Ade- más, se ha podido financiar viajes y salidas fuera del establecimiento, tanto a actividades académicas, como deportivas y de esparcimiento. En el caso de los recursos provenientes
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