El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?

226 Mariana Contreras, Cristián Bellei D esde B icentenario (2011) a la actualidad : el renacer del HC y el despegue del proyecto S an N icolás Contra todo pronóstico, a mediados de 2010 el liceo es uno de los 25 seleccionados dentro del programa Liceos Bicentenarios de Excelencia, al cual había postulado en la modalidad de ampliación. «Nos seleccionaron y nosotros no lo podíamos creer, no teníamos ninguna característica Bicentenario por el hecho de tener un área técnica, programa de integración y no teníamos selección» (equipo directivo). Este fue un gran reconocimiento al trabajo realizado por la comunidad escolar, que consolidó su prestigio y atrajo una mayor demanda de matrícula. Conllevó además a la apertura de los niveles de 7° y 8° básico, y a la implementación de metas de rendi- miento y evaluaciones mensuales de cobertura curricular. Contrario a lo esperado por la comunidad, lo anterior no significó un aumento de recursos disponibles, más allá de la construcción de nuevas salas de clase. «Lo extraordinario del bicentenario es que nos entregó mucha autonomía, que era la auto- nomía que nosotros antes usábamos, pero en forma clandestina siempre con temor a que nos fueran a sancionar. Y el bicentenario dice ‘no, ustedes programen, ustedes son libres, ustedes pueden gestionar, pueden pensar y nadie les va a decir nada, tienen la confianza del Ministerio de Educación’ y eso para nosotros fue mucho más valioso que el dinero que nunca llegó» (director). Las metas de resultados que incorpora la condición de excelencia se convirtieron en un gran reto. Muchos de los nuevos alumnos provenían de otras comunas e ingresaban con niveles de aprendizaje muy disímiles. Además, el liceo decide mantener su Programa de Integración de estudiantes con necesidades educativas especiales (NEE) y acotar la selección por notas y examen –otra exigencia bicentenario– solo al primer año de ejecu- ción. Para responder a la mayor exigencia y heterogeneidad se amplían e intensifican las agrupaciones flexibles de aprendizaje por niveles a todas las asignaturas centrales y a ni- veles de enseñanza. Esto, sumado a la mayor matrícula y la incorporación de los cursos de básica, obligó a triplicar la dotación de docentes en pocos años. Ante la necesidad de mayor organización, los departamentos se extienden a todas las asignaturas y surge la figura del mentor en reemplazo de la de coordinador. Un año después, el DAEM decide unificar la escuela y el liceo, de manera que los estudiantes llegaran mejor preparados a la enseñanza media. Así se comenzó con la arti- culación de asignaturas de 7° y 8° para que los alumnos de ambas instituciones tuvieran similar formación y luego fueron expandiendo el modelo de trabajo del liceo –cuyos núcleos ya eran las agrupaciones flexibles de aprendizaje, el plurilingüismo, el desarrollo de las artes y la música, y el trabajo docente por departamentos y mentorías– a todos los

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