El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?

Mejoramiento, excelencia académica y fin de la selección 185 nuevo proyecto pedagógico, al instalar mecanismos de monitoreo y presión, tendería a poner en cuestión esa confianza. Adicionalmente, el término de la selección vino a agravar esta presión sentida por los docentes, en la medida en que, según su percepción, cambió las condiciones de ense- ñanza. La excelencia académica que reconocen los distintos actores para el liceo descan- saba, en buena parte, en el hecho de contar con los mejores profesores y alumnos de la comuna, condición que lo distinguía de los demás establecimientos públicos. Poner fin a la selección de estudiantes significa entonces una amenaza al lugar que detenta el liceo en la comuna, que debe asumir el desafío de mantener el mismo desempeño académico en las pruebas estandarizadas, pero ahora con un alumnado más heterogéneo. El segundo ámbito al que apuntan estas tensiones corresponde al sentido de per- tenencia al liceo, que en los establecimientos de alto rendimiento se caracteriza por la creencia compartida en valores y estereotipos que crean lazos de solidaridad e iden- tificación con la institución escolar (Maria Luísa Quaresma & Zamorano, 2016). El hecho de reconocerse a sí mismos como «los mejores», es el producto de este sentido de pertenencia característico de establecimientos de rendimiento sobresaliente. A partir de eventos como el «proyecto bicentenario» o la Ley de Inclusión, se observa la emergencia de particularidades respecto de la identidad de los estudiantes. El programa implementado, por ejemplo, dio pie a la distinción categórica entre estudiantes «bicentenario« y «del liceo antiguo». Y por otra parte, la eliminación de la selección hizo emerger la distinción entre alumnos que se sienten «elegidos» por haber pasado la prueba de selección, que operaba como una suerte de ritual de ingreso, y estu- diantes que no detentan este sello singular, por haber ingresado a través de la tómbola. Los profesores también reproducen este discurso que genera separaciones entre tipos de alumnos. Estas distinciones tensionan los lazos de solidaridad que caracterizan al liceo y que constituyen un componente central de su cultura. Ahora, si bien existen disensos en relación a los resultados del programa Liceos Bi- centenario o a los riesgos del término de la selección académica, en el liceo se observa con claridad la persistencia de un sentimiento compartido de adhesión a los valores, creencias y estereotipos que reproduce la institución. Alumnos, apoderados, profesores y directivos perciben como legítimas las aspiraciones meritocráticas que los han carac- terizado. Todos se sienten portadores de una herencia de calidad y prestigio, cuestión que explica en parte que, pese a las diferencias expresadas por unos y otros, el clima y las relaciones interpersonales entre los distintos estamentos no se vean afectados al punto de entorpecer el proceso de enseñanza. Sin embargo, ante las tensiones señaladas, los actores educativos expresan desconcierto e incertidumbre. No comprenden las lógicas de decisión de la autoridad local ni nacional y se sienten carentes de herramientas para abordar las nuevas condiciones de enseñanza. En relación a los cambios experimentados por la organización a nivel de su proyecto pedagógico, este caso ilustra cuán central puede ser el rol de agentes específicos en la

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