El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?

184 Loreto de la Fuente, Rocío Díaz que impone nuevas condiciones, pero no entrega apoyos y recursos para enfrentar la emergente heterogeneidad del alumnado. «-Yo pondría la selección de nuevo. -Sí ¿por qué? -Porque desde que eliminaron la selección y lo hicieron al azar entran personas que de verdad no quieren venir a estudiar y le bajan el prestigio al liceo, los buenos resultados» (alumnos). C onclusiones El Liceo Los Ángeles A-59 efectivamente muestra un desempeño académico sobre- saliente en la última década y es reconocido en el conjunto de establecimientos públicos de la comuna de Los Ángeles, producto de su tradición histórica, de sus condiciones internas (profesores y alumnos) y de la presencia de una política educativa transitoria y focalizada en la enseñanza media (programa Liceos Bicentenario), que actúa en un prin- cipio como un factor exógeno impulsado por el sostenedor, pero que es posteriormente apropiada por la comunidad educativa. A esto se suma, en los últimos años, la imple- mentación de la Ley de Inclusión, que termina con la selección en los liceos subvencio- nados y pone en tensión la cultura de excelencia académica que el liceo había sostenido hasta ese momento. En relación a las tensiones que experimenta el liceo a partir de los cambios intro- ducidos en los últimos años, es posible identificar dos ámbitos principales de conflicto. El primero refiere al trabajo docente y las prácticas pedagógicas. Aunque la institución reunía las condiciones para llamarse «liceo emblemático» –de acuerdo a las características que estas organizaciones exhiben según la descripción de Quaresma y Orellana (2016)–, era necesario profesionalizar su cultura docente para mantener sus estándares de exce- lencia. Instrumentos como el Simce y la PSU, si bien eran relevantes, no constituían el centro del quehacer educativo en el Liceo Los Ángeles, como sí ocurre en otros estable- cimientos públicos, presionados por la lógica de la rendición de cuentas. Sin embargo, con la implementación del programa Liceos Bicentenarios, el rendi- miento en las pruebas estandarizadas pasó a estar en el centro del trabajo, reordenando la gestión pedagógica en torno a las metas comprometidas en estas pruebas e imponiendo una nueva presión al profesorado. En cierta medida, por medio del programa mencio- nado se implantó un sistema que tendió a regularizar o igualar las prácticas de los do- centes, quienes con el modelo anterior gozaban de mayores grados de autonomía en la preparación y realización de sus clases. En el escenario «prebicentenario» habría existido confianza en el quehacer del profesor, avalado por décadas de prestigio, mientras que el

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