El liceo en tiempos turbulentos: ¿Cómo ha cambiado la educación media chilena?

180 Loreto de la Fuente, Rocío Díaz ellas equipada con pizarra interactiva. El proyecto también contemplaba la compra de equipamiento para los alumnos de este nuevo nivel. Estas proyecciones se cumplieron y además se compraron ocho laboratorios móviles con 45 computadores portátiles cada uno. Sin embargo, la manera en que se concretaron estos planes trajo disgustos y divisio- nes, como veremos enseguida. Los estudiantes y profesores notaron un cambio importante en el espacio físico del liceo. El sostenedor de la época destinó recursos para la construcción de un nuevo pabellón para acoger a los nuevos alumnos, con salas de clases y baños mejor equipados que los espacios antiguos, lo que fue causa de malestar en algunos profesores y alumnos: «… el trato era el mismo pero el liceo es como un gran pabellón central con cuatro pabe- llones donde estábamos todos los del A-59 y al otro lado del liceo había un pabellón nuevo, con salas así mejor equipadas, con baños que parecían de hotel que eran solo para los bicen- tenarios» (entrevista exalumno). También se construyó una segunda sala de profesores y nuevos baños, prácticamente contiguos a los anteriores, con mejor equipamiento, lo que, nuevamente generó descon- tento. Fin de la selección: incertidumbre de los actores escolares ante el futuro del liceo La última parte de la trayectoria educacional del establecimiento está marcada por la Ley de Inclusión, que transformó el sistema de admisión que había sido establecido en el contexto del programa Liceos Bicentenario. Cabe advertir que, entre 2012 y 2013, hubo cambio de alcalde, y por ende, de autoridad en el Departamento de Educación Municipal. Así, tras una decisión del nuevo sostenedor, se instauró un plan piloto de anticipación en 2014, con un nuevo sistema de admisión que terminaba con la selec- ción, aunque incorporando criterios de preferencia para alumnos prioritarios, hermanos de estudiantes del establecimiento, hijos de funcionarios y alumnos integrados; todos ellos, criterios permitidos por la Ley 20845 para el caso de que el número de postulantes exceda a la matrícula disponible. Una vez cubiertos los criterios de preferencia, el siste- ma fijaba un procedimiento de selección aleatoria, similar al establecido por la Ley de Inclusión (Ley 20845, 2015) 7 . El argumento del sostenedor para impulsar este sistema fue acatar las directrices nacionales, plegándose tempranamente a la iniciativa del Gobierno que buscaba de- mocratizar la educación chilena, dada la alta segregación escolar existente en el sistema 7 La Ley de Inclusión permite que ciertos establecimientos llamados de «alta exigencia» establezcan algunos criterios especiales para seleccionar al 30% de sus vacantes. Estos deben tener las siguientes características: contar con planes o programas propios destinados específicamente a la implementación de su proyecto educativo, el cual está destinado al desarrollo de aptitudes que requieran una especialización temprana o a aquellos cuyos proyectos educativos sean de especial o de alta exigencia académica; contar con trayectoria de prestigio en el desarrollo de su proyecto educativo y resultados de excelencia; contar con los recursos materiales y humanos necesarios y suficientes para el desarrollo de su proyecto educativo; contar con una demanda conside- rablemente mayor que sus vacantes («Ley 20845,» 2015). Por último, este 30% que pueden seleccionar los establecimientos denominados de alta exigencia, puede corresponder al 20% de mejor rendimiento de los establecimientos de procedencia.

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